El diario personal de una mujer, mexicana, migrante y mamá que vive en Alemania… sus experiencias, sus anécdotas y sus opiniones!

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Posada en tiempos de pandemia

Posada en noviembre? Así es, el fin de semana pasado se llevó a cabo nuestra tradicional posada que siempre se organiza para el segundo fin de semana de noviembre. Se le quedó el nombre de posada porque la primera vez si hubo cantos, ponche, regalos, pedimos posada con los peregrinos y hasta piñata.

Con el tiempo se ha convertido en un encuentro pre-navideño que si incluye intercambio de regalos, rifa de niño Dios y la virgen María y clima invernal 🙂 En esta ocasión nos reunimos en Wernigerode en la región montañosa del Harz entre Hannover, Braunschweig y Kassel. Las chicas organizadores reservaron dos noches en unas cabañas con sauna propio y las 20 asistentes se repartieron en tres cabañas, tocándole a la del medio ser el centro de reunión para la cena-baile del viernes y la tornaposada el sábado.

El plan estaba organizado para el año pasado, pero el hotel cerró por la pandemia y nos regresaron el dinero. Este año el hotel sólo permitía huéspedes vacunados y como todas cumplíamos con el requisito, nada ni nadie nos detuvo para celebrar la posada a pesar del alto número de contagios en el país.

Si no lo recuerdan, conocí a este maravilloso grupo de mujeres mexicanas en el encuentro de Kassel en el 2016 y desde entonces nos reunimos una vez al año en algún punto de Alemania… Wolfenbüttel, Siegen, Stuttgart y Hamburgo. El año pasado sólo nos vimos por Zoom 😦 por aquello del Coronavirus. Esta es la primera ocasión en que todas se quedaron mínimo dos noches y alcanzamos el récord de 20 asistentes.

Tacos de cochinita pibil

El viernes llegaron algunas al mediodía para comer con las organizadoras y otras que habían llegado desde el jueves en un restaurante chino en Wolfenbüttel. El check-in era a las 4 de la tarde y a esa hora se integraron otras más directo en el hotel. La mayoría viajó en coche y un par en tren. A eso de las 6 de la tarde llegaron las últimas, justo a tiempo para empezar a preparar la cena: tacos de cochinita pibil! Ufff, que cosa más deliciosa.

A lo largo de la noche algunas se metieron al sauna, otras jugaron juegos de mesa, unas más se pusieron a bailar y el resto sólo platicaba de esto o aquello. Eso sí, risas y carcajadas se escucharon en cada rincón y a todas horas.

El sábado desayunamos juntas en el restaurante del hotel y al mediodía ya estábamos en el centro de Wernigerode para tomar un camioncito que nos llevaría al castillo de la ciudad. Lo recorrimos en pequeños grupos y por la tarde paseamos por el centro, donde tomamos vino caliente y compramos algunos souvernirs. El clima nos favoreció con un poco de sol y cielo medio nublado.

Llegando de nuevo al hotel descansamos un rato antes de arreglarnos un poco para la cena en el restaurante del hotel. Disfrutamos de un menú de 3 tiempos con vinito, intercambio de regalos, rifa del niño Jesús/virgen María, baile y mucha charla. A las 10:30 abandonamos el local para seguir con la tornaposada en la cabaña 534. Ahí repetimos el programa del día anterior con sauna, juegos, baile, risas y chistes. Una amiga nos enseñó la versión virtual del teléfono descompuesto con el que reímos hasta las lágrimas. Creo que jamás me había reído tanto como esa noche.

El domingo volvimos a desayunar en el restaurante y tuvimos una de las despedidas más emotivas, o quizá la más emotiva de estos casi 6 años. Después del discurso de una de las asistentes que nos dejó a todas con los ojos llorosos, nos dimos tiempo para despedirnos de cada una con un abrazo muy apretado y palabras llenas de cariño, apoyo y solidaridad. Simplemente hermoso!

Después de tantos meses de pandemia en donde no están permitidos los abrazos, aquí rompimos todas las reglas y nos abrazamos bien fuerte. Confirmamos una vez más que no sólo somos amigas, sino hermanas en la distancia. El destino nos ha unido por una razón y hemos creado un grupo único en el que cada una de nosotras aporta sus virtudes, sus talentos y su apoyo incondicional. La pandemia y el cáncer de una integrante del grupo, nos han unido más que nunca y no termino de dar gracias a Dios por haber puesto en el camino a mis queridas brujas, que se han convertido en una parte esencial de mi vida como migrante en este país.

Como dice este lindo poster „No es magia, es terapia“… en esto se ha convertido nuestro encuentro anual, en una terapia de amor, amistad, salud mental y buena vibra. La magia sucedió en el momento en que nos conocimos y desde entonces esa magia nos ha acompañado en las buenas y en las malas.

¿Qué porqué nos llamamos „Brujas“? Ese es un secreto, pero lo curioso es que Wernigerode se encuentra en el Harz, donde hace muchos pero muchos años se reunían las brujas cada 31 de octubre a despedir el verano y el souvernir más popular de la región es la bruja. Así que les regalé a cada una de las asistentes una brujita para recordar este encuentro y celebrar nuestro 5to aniversario.

Dios cuide y bendiga a cada una de las integrantes de este hermoso grupo y que el próximo año me vuelva a dar la oportunidad de pasar un fin de semana espectacular. Ah, porque ya tenemos equipo organizador y sede. Así que si Dios y la pandemia lo permiten, en un año volveré a reunirme con mis brujas para celebrar nuestra hermandad una vez más. Las quiero mucho!

P.D. Muchas gracias al comité organizador, a las anfitrionas de la cabaña 534, a la que hizo el hermoso collage de reuniones, a la del discurso de clausura, a la que me llevó a Wenigerode, y a todas por haber hecho de este encuentro una experiencia digna de recordar y de llevar por siempre en el corazón! GRACIAS!!!

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Tercer encuentro pre-navideño

Lo que en el 2016 se supone sería el primer encuentro de mexicanas casadas con alemanes en Kassel, fue realmente el punto de encuentro de 31 desconocidas que se convirtieron en un grupo de amigas único en el mundo.

Ese grupo ha institucionalizado un encuentro anual en noviembre que la semana pasada se realizó por 3era vez con gran éxito y que reunió a 22 mexicanas que viven a lo largo y ancho de Alemania.

Cada año nos reunimos el segundo fin de semana de noviembre en una ciudad diferente de Alemania y dependiendo de las organizadores disfrutamos de un programa cultural y gastronómico que culmina con una cena pre-navideña tipo posada mexicana.

En esta ocasión viajamos a Stuttgart, una ciudad en el sur de Alemania a la que algunas llegaron en avión (las del norte como yo), en tren o en coche. Como yo no conocía este rincón del país, viajé con tres amigas del norte desde el jueves para visitar el centro y conocer con calma la ciudad.

El viernes por la noche, la mitad del grupo disfrutó de una cena en una cervecería y a lo largo del sábado fue llegando el resto para celebrar el 3er encuentro pre-navideño por la noche. En esta ocasión no hubo piñata, ni ponche ni pedimos posada, pero tuvimos intercambio de regalos, cena muy mexicana y mucha diversión!

Es increíble el lazo de amistad que hemos formado a lo largo de estos tres años y este encuentro anual es el momento en que nos llenamos de energía al compartir risas, cantos, recuerdos y mucho más! Quién diría que un encuentro casual sería el inicio de una amistad duradera en la que hemos encontrado apoyo, consuelo, excelentes amigas y compañía constante. Todas extrañamos nuestra patria y hacemos de cada encuentro una pequeña fiesta mexicana!

Después de tres días muy intensos, puedo decir que:

  • conocí Stuttgart

  • probé la comida típica

  • me sentí feliz

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  • y cargué pilas!

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No me canso de dar gracias a Dios por haberme puesto en el momento y lugar adecuados hace 3 años. En aquel entonces no podía imaginar que un simple viaje a Kassel sería un parteaguas en mi vida como migrante en Alemania. Nunca he dudado que el contacto con mexicanos fuera importante, pero ahora estoy convencida que el contar con una red de apoyo como éste grupo es un pilar indispensable para mi salud mental. Puedo compartir mis alegrías, miedos y anécdotas con mujeres que me entienden y comprenden al 100%, y eso no tiene precio! Las quiero!

El próximo encuentro será en el norte y espero rompamos el récord de asistentes. Sería fantástico contar con las 31 mexicanas que asistieron a Kassel 🙂 Ya les contaré!

P.D. Y lo que pasó en Stuttgart… se queda en Stuttgart

Ay, qué calor!

Ha llegado la hora de despedir el verano 2018, un verano en particular muy caliente. Y es que este año he sentido el calor como nunca! Por un lado en Alemania se vivió uno de los veranos más calientes de su historia y por otro, me tocó sobrevivir, sí… SOBREvivir la canícula en mi ciudad natal: Monterrey!

El calor se vive de diferente forma en ambos países… en Monterrey se está acostumbrado a las temperaturas superiores a los 35 grados, mientras que en el norte de Alemania, ya con 30 la gente se está muriendo. Y es que no sólo se trata de estar acostumbrado o no, que obviamente en Alemania no es normal llegar a 35 grados, sino que los lugares están o no acondicionados para esas temperaturas.

En las últimas semanas escuché a más de una persona indignada de que los alemanes se sorprenden cuando un italiano, latino o español se queja del calor… Típico comentario: «Pero si tu vienes de un país caliente!». Y?

El hecho de ser originario de México, Italia o Colombia no significa que nos encanta sudar, o que amamos dormir sin ventilador ni aire acondicionado, o que en la oficina nos estemos asando como pollos también por falta de aire acondicionado. Aquí sufrimos igual que los alemanes las altas temperaturas porque ni las casas ni las oficinas tienen ni siquiera ventiladores, qué decir de aire acondicionado. Los ventiladores se agotaron en toda Alemania apenas empezando el verano. Si no estás en la playa tomando una margarita, el sol y el calor no son lo ideal en un día de trabajo.

No me gusta quejarme ni del calor ni del frío, pero he de confesar que en nuestras vacaciones en Monterrey que coincidieron malamente con la canícula (las semanas más calientes del año) no sólo me quejé sino que odié el calor de más de 40 grados. Qué cosa más espantosa! Sí, nací en Monterrey y viví ahí casi 30 años pero no lo había visitado en esta temporada en los últimos 16 años, así que tenía todo ese tiempo de no sentir calor de verdad.

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Ni el aire acondicionado, ni comer helado, ni ducharte tres veces al día te regresa la energía que el calor te quita. Apenas amanecía y ya me sentía cansada, sin ganas de salir ni hacer nada. Monterrey no tiene playa y aunque pasamos un par de días en un club deportivo con piscina, no pudimos disfrutar nuestra estancia al máximo porque con esas temperaturas no fue posible visitar ni hacer muchas cosas.

Regresamos a Alemania a principios de agosto y el calor continuaba… tuvimos un par de semanas con 30 grados que obviamente ni cosquillas me hicieron, pero que terminaron de arruinar los jardines, campos y cultivos. A duras penas sobrevivieron mis geranios y el resto de flores y plantas de ornato murieron achicharradas 😦

Septiembre llegó con lluvias y poco a poco el césped vuelve a tomar su color verde, pero los daños a la agricultura son irreversibles. Un verano muy caliente y sin lluvias que espero no se vuelva normalidad. Me gusta el calor, pero como dice la frase célebre: Nada con exceso, todo con medida.

Ahora a esperar que las hojas cambien de color y a prepararse en el otoño para recibir al invierno. Y así seguimos, cada año viendo como las estaciones no son tan predecibles y que el cambio climático rompe récords aquí y allá.

En fin, lo bailado nadie me lo quita y tanto en Monterrey como aquí pasamos unas vacaciones en familia, sin contratiempos y agarramos un color bronceado divino.  La próxima semana tenemos vacaciones de otoño y empezaremos con nuestro nuevo proyecto de remodelación! Pero eso se los cuento en otra ocasión! Hasta pronto!

Viaje #13 a mi patria

Hasta el año 2014 podía decir que había ido en promedio una vez al año a México, aunque realmente había años en que no había viajado pero en otros años había viajado dos veces en un mismo año y daba un total de 12 viajes en 12 años.

Este año cumplo 16 años en Alemania y tendré la fortuna de visitar mi patria por 13ra vez. Y seguramente en los próximos años mis viajes seguirán esporádicos ya que cada vez es más caro viajar a México con 4 adultos (las niñas ya pagan boleto completo). Si tengo suerte, tal vez pueda escaparme sola pero no es la solución ideal porque las niñas aman México y no me parecería justo dejarlas mientras que yo disfruto unas vacaciones como lo hice hace 5 años.

No ha sido fácil pero me he echado un clavado en mis diarios, calendarios y entradas de este blog para armar la siguiente tabla, donde pueden observar como ha ido cambiando el tipo de viajes a mi querido México:

# Año Viaje a México
1 2002 MTY Dic ´02– Feb ´03
2 2003 MTY Sept ´03 Boda Lorena (sola)
2004
3 2005 MTY Mar ´05 (Sola con Victoria)
4 MTY 14-Dic ´05 — 3-Mar ´06
5 2006 MTY 29-Oct ´06 — 8-Ene ´07
6 2007 MTY 5–31 Dic ´07
7 2008 MTY 13 Nov ´08 — 8 Ene ´09
8 2009 MTY 17-Dic ´09 — 10 Ene ´10
2010
9 2011 Ensenada 5-7 Ene ´11
2012
10 2013 MTY 15-30 Mar ´13 (sola)
11 Cancún Jul ´13
12 2014 MTY 12 Dic ´14 — 6 Ene´15
2015
2016
2017
13 2018 MTY 17 Jul — 2 Ago ´18 (sin Thomas)

Sin niñas alcancé a ir dos veces, la segunda para asistir a la boda de una de mis mejores amigas y sólo por dos semanas. Esa vez juré no volver por tan poco tiempo porque se me hizo muy pesado el viaje  y casi lo he cumplido. Solo en el 2013 que viajé sola me volví a quedar dos semanas y el próximo verano estaremos dos semanas y media pero después de pasar tres semanas en Florida, lo que ayudará con el jetlag.

Mientras las niñas eran bebés y estuvieron en el jardín de niños, viajamos cada año para pasar Navidad con la familia mexicana y casi siempre me quedé de dos a tres meses con las niñas en mi tierra natal. Fui muy obediente y seguí el consejo de una amiga que conocí cuando recién llegué a Alemania y a quien le dije que pensábamos pasar una Navidad aquí un año y el siguiente en México. Y me dijo: «No es una buena idea porque una vez que los hijos (que todavía no tenía) estén en la escuela solo tendrán dos semanas de vacaciones y no será fácil viajar por tan poco tiempo».  Cuánta razón tenía! Ahora ni en verano vamos cada año y no me canso de agradecer su consejo porque de esa forma, las niñas disfrutaron las navidades con mucha gente, posadas, piñatas, calor, cantos y la familia entera! A mis suegros no les hizo gracia la idea pero ahora les toca a ellos disfrutar a las nietas en la época decembrina.

En algunas escuelas primarias es posible pedir un permiso especial para faltar a la escuela y lo pedimos en la navidad del 2014, año en que Victoria terminaba la primaria y así disfrutamos tres semanas en Monterrey. En la secundaria es mucho más difícil pedir ese tipo de permisos y no sé cuando volveremos a pasar una Navidad en México 😦

Así que OJO!!! Sigan mi consejo y si no tienen un trabajo de tiempo completo que no les permita tomar tantas vacaciones, aprovechen la etapa de niños pequeños y si es posible, disfruten su tierra natal dos o tres meses y celebren Navidad con sus seres queridos! No se arrepentirán! Mi marido nos extrañaba pero sobrevivió todas las veces que nos quedamos en México tanto tiempo. Fueron vacaciones inolvidables que mis hijas y mis padres disfrutaron al máximo, esa conexión con su segunda patria quedó establecida y aunque estaban pequeñas, recuerdan olores, anécdotas y lugares que las transportan a ese México lejano que llevan en su corazón.

Este año combinaremos un viaje familiar (abuelos, tíos y primos) en Florida con una escapada a Monterrey en julio. En 16 años no he estado en Monterrey durante el verano y seguramente desconoceré el calor de 40 grados y mis hijas sufrirán aún más porque no lo conocen. Hace 5 años estuvimos en la Península de Yucatán en verano y Victoria se desmayó con apenas 32 grados… así que ya nos estamos preparando psicológicamente para lo que nos espera en Monterrey.

A pesar del calor, estoy segura que disfrutaremos nuestra estancia! Comeremos rico, visitaremos a los bisabuelos, primos y tíos, pasearemos a donde el clima lo permita y viviremos experiencias inolvidables como cada vez que pisamos tierras mexicanas.

Cuento los días para nuestro esperado reencuentro familiar a bordo de un crucero por el Caribe y nuestra visita a Monterrey. Porque…

3 veces

¿O no? Espero tus comentarios y anécdotas en tu tierra natal. Hasta la próxima!

Apoyando desde lejos…

Hoy se cumple una semana del terremoto (magnitud 7.1) que sacudió a mi querido México justo cuando se cumplían 32 años del terrible e inolvidable terremoto del 85. Mismo día: 19 de septiembre. En aquel entonces empezaba el primer año de secundaria y recuerdo las campañas de ayuda, los sobrevivientes que encontraron después de varios días y las cifras que nunca se dijeron de forma «oficial». Gracias a Dios, este terremoto no fue tan fuerte ni ocasionó los miles de muertos de aquella vez, pero talvez por estar lejos me ha dolido más.

En 15 años que tengo viviendo en Alemania ha habido innumerables huracanes e inundaciones, algunos terremotos, plagas y otras calamidades, pero ninguna me ha llegado tanto como este terremoto. No ha habido una sola persona que no me haya preguntado por mi familia en México y mi perfil de Facebook se ha llenado de noticias, fotos y comentarios sobre el tema, a pesar de que no sigo ningún medio de comunicación mexicano lo que significa que tanto los medios internacionales como mis contactos en Alemania son los que han posteado muchos artículos y sobre todo organizado campañas de ayuda para enviar a los afectados.

Los días siguientes del terremoto no apagaba la televisión y cambiaba de un canal a otro para saber más detalles. Dos días después incluso hubo un programa especial sobre el sismo en uno de los canales alemanes y lo que decían una y otra vez los reporteros alemanes era lo sorprendidos que estaban de ver la solidaridad mexicana. Algunos de ellos cubren este tipo de noticias en todo el mundo, pero ni en Haití ni en Japón (así dijo un reportero) habían visto lo que pasaba en México. Miles de voluntarios se lanzaron a las calles a ayudar a quitar escombros, organizar entrega de ayuda y preparar comida para los rescatistas. El corazón se me hinchó como nunca!

Ya lo he escrito en otras ocasiones, el vivir lejos me ha hecho valorar más mis raíces y muestro con orgullo parte de mi cultura y tradiciones a donde quiera que voy y a cuanto se atraviesa por mi camino, pero hoy más que nunca me enorgullece la solidaridad mexicana que sin duda alguna es la mas grande de todo el mundo.

Y los mexicanos no solo muestran su solidaridad con vecinos y afectados de su ciudad, sino desde lejos los mexicanos no han parado de demostrar su solidaridad sin importar en que rincón del mundo se encuentren. Soy parte de muchos foros y grupos de Facebook: Mexicanos en Hamburgo, en Alemania, en el Extranjero, Exatecs, Hispamamis, por mencionar sólo algunos y en TODOS se han organizado encuentros, conciertos, misas, fiestas, cenas y reuniones para recaudar fondos y enviar a diferentes instituciones para apoyar a los damnificados del sismo.

Una amiga mexicana puso un estand el sábado pasado en el festival de otoño de nuestro barrio y a lo largo del día y en la celebración religiosa se recaudaron cerca de 350€ que serán enviados directamente a México para apoyar las labores de rescate. Al mismo tiempo se entregaron folletos con información sobre los sismos y las páginas de internet para enviar sus donativos. Entre 4 mexicanas se organizó todo en cuestión de horas! E incluso se podría haber ofrecido comida, pero como había otros estands para eso, no fue posible.

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Casualmente hace dos días descubrí el siguiente grupo: Fuerza México desde Alemania cuyo propósito es concentrar todos los proyectos, eventos e ideas de diferentes grupos en Alemania para trabajar de manera más eficiente.  Así que si tienen propuestas o planes, no duden en formar parte de él.

En Hamburgo se pondrá un estand el sábado para informar sobre alternativas para enviar donativos y el domingo se realizará una misa cuya colecta se enviará a México. Desgraciadamente no podré asistir a ninguno de los dos porque nuestro estado tiene vacaciones de otoño y estaremos fuera de Alemania 😦

Y para quienes no pueden asistir a eventos, hay muchísimas formas de depositar efectivo a todo tipo de organizaciones. Aquí les comparto dos que son alemanas y que tienen un rubro específico para el Terremoto de México:

Cantantes como Rolando Villazón o Emilio Ruggerio que viven en Alemania han organizado conciertos a beneficio. La lista es interminable y espero el apoyo llegue a su destino y no se pase de moda el tema como suele suceder. Sigue el trabajo de reconstrucción que seguramente tardará meses 😦

Hace 32 años no había internet ni redes sociales y seguramente los mexicanos que vivían en el extranjero no pudieron enterarse a tanto detalle como lo hago yo ahora. Incluso hoy en día se pueden ver imágenes en vivo, vídeos y fotografías a los pocos minutos y noticias de canales mexicanos. Bendita tecnología! Y es esa misma tecnología la que ahora no permite que los políticos abusen y aprovechen la situación para su beneficio. Porque así como me enorgullezco del pueblo mexicano, me avergüenzo de los políticos que ni estos momentos de zozobra les hace olvidar su avaricia y hambre de poder. Esas mismas redes sociales me han mostrado irregularidades, abusos y desvíos de camiones cargados de víveres. De no creerse!

Y ya que estoy en el tema, les paso esta liga para firmar una petición para que el INE destine presupuesto a víctimas del sismo.Espero sirva de algo y los partidos políticos no despilfarren tanto dinero mientras miles de mexicanos no tienen donde vivir.

A seguir siendo ejemplo para el mundo! La solidaridad, el amor al prójimo y la disposición a ayudar forman parte del corazón mexicano y en situaciones como ésta es cuando debemos demostrar de qué estamos hechos. VIVA MEXICO!!!

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¡Viva México!

Llevo 15 años gritando Viva México el 15 de septiembre, día de la independencia mexicana, fuera de mi patria! Casi todos los años he tenido oportunidad de gritarlo en algún evento organizado por la embajada o por un grupo de mexicanos que no quieren pasar el día desapercibido. Este año no fue la excepción y a falta de fiesta nacional en Hamburgo, me reuní con algunas amigas en un restaurante mexicano a celebrar nuestra identidad mexicana, cantando, comiendo y bailando como buenas embajadoras en este país.

Muchos piensan que con el paso de los años uno se olvida del español, o se «hace más» de la cultura del país donde se vive, pero en mi caso he pasado por diversas fases que me han hecho valorar mucho más mis raíces. Recién llegué quería aprender el idioma, después con el trabajo me preocupé por hacer contacto con colegas, llegaron las niñas y quería conocer a las mamás de las amigas de mis hijas y hace 3 años me concentré en aprender el alemán de una vez por todas.

En todos estos años no me olvidé de mis raíces pero creo que le quise dar más importancia a lo alemán para facilitar mi integración y adaptación a la cultura alemana. Hoy, a 15 años de haber llegado a Alemania, me siento más mexicana que nunca y grito con todas mis fuerzas:

¡Viva México! porque me vio nacer y me dio valores, costumbres y tradiciones que llevo en el corazón y que me identifican como mexicana a donde vaya. Un país maravilloso lleno de naturaleza, paisajes y tesoros que enamoran a quien lo visita. Bien dicen que como México no hay dos, y estoy orgullosa de haber nacido en el país más bello del mundo.

¡Viva su cultura! El día de muertos, las posadas navideñas, las fiestas patrias y el amor a la Guadalupana. Tradiciones que comparto con amigos, vecinos y alumnos. No hay evento internacional en donde no me ponga un traje regional, una pieza de joyería auténtica mexicana o lleve una bolsa bordada por manos indígenas. No tendré la piel morena pero nadie duda que sea mexicana!

¡Vivan sus colores! Sí, esos colores brillantes y llamativos que decoran las artesanías mexicanas, resaltan en su comida típica y forman parte de mi hogar, mi vestimenta y mi vida diaria. Sobretodo en un país donde los días son grises y nublados, los colores iluminan mi día a día aunque no salga de casa.

¡Vivan sus sabores! No hay comida más rica que la mexicana, y además de hacerla en mis cursos de cocina, la preparo para invitados en cuanta oportunidad se presenta. Eso sin contar que en nuestro refrigerador siempre hay frijoles refritos, tortillas de harina y salsas picantes. Pan negro? No, gracias! Mis hijas prefieren (al igual que yo) unas quesadillas o unas tostadas con frijoles y queso.

¡Vivan sus olores! Empezando el año con la rosca de reyes y terminándolo con el pan de muertos en Noviembre, la casa siempre huele a México. Si no es pan, son hojarascas, sopes, frijoles charros o tortillas recién hechas. Es increíble como nuestros recuerdos están ligados al olfato y el olor a México me hace recordar la casa de mis padres, la de mis abuelos e infinidad de eventos felices de mi infancia y juventud.

¡Viva su idioma! Acaso hay un idioma más bello que el español? Mis hijas lo han aprendido sin darse cuenta y yo lo enseño a jóvenes y viejos en este país. Sea por estudios, para vacaciones o por placer, el español se ha convertido en mi fuente de ingresos y soy feliz compartiendo un poquito de mi identidad mexicana en el salón de clases.

¡Viva su gente! Sobretodo aquellas personas que al igual que yo han migrado a este país y se han convertido en mi nueva familia. Mi vida no sería la misma sin el contacto con mujeres mexicanas que comparten los mismos sentimientos y emociones que yo, al estar fuera de nuestra patria querida. Con ellas canto, bailo, río y lloro. Curioso que en estos 15 años mis mejores amigas siempre han sido mexicanas, algunas se han ido y otras han llegado recientemente, pero el amor por México siempre nos une a miles de kilómetros de él.

Sí, soy alemana pero jamás dejaré de ser mexicana. Estoy integrada, hablo alemán y sigo las costumbres de este país. He aprendido a cambiar o adaptar algunas cosas para fines prácticos y facilitar la vida en este país, pero mi esencia mexicana se conserva e incluso se ha fortalecido con el paso de los años. No sé si en México me vestiría de china poblana o haría piñatas, pero aquí he aprendido que mi cultura es valiosísima y la comparto con mucho gusto. Y es que no es difícil convivir con las dos culturas, solo es cuestión de aprender.

Como se lo dije a un par de conocidos en una reunión que me preguntaban al respecto: «es posible integrarse sin dejar de ser «mexicanos, turcos o chinos», respetando el país donde se vive y transmitiendo nuestros valores a los nuestros podemos ser felices. Pero no hay que confundir y exigir del país donde vivimos que cambien su cultura por la nuestra. Por ejemplo, en los cumpleaños de mis hijas siempre ha habido una piñata y los invitados han aprendido nuestra tradición… pero no puedo exigir ni esperar que en el jardín de niños o en la escuela, implementen esta tradición solo porque tienen un par de alumnas mexicanas. Al jardín de niños llevo el pastel y mis hijas celebran como los alemanes y en casa, celebramos a la mexicana :). Lo mismo sucede con el idioma hablado en casa y fuera, con valores o festividades, etc.

Mi amor por México es infinito y quiero que mis hijas lo amen tanto como yo aunque no hayan nacido ni crecido allá. Eso solo es posible si lo viven en casa a través de tradiciones, sabores y costumbres. Creo que voy por buen camino porque mis hijas nunca se han avergonzado de hablar español ni de vestirse de chinas poblanas, y poco a poco se sienten orgullosas de tener dos patrias 🙂 Así como yo! Orgullosamente alemana y mexicana!

Viva México!!! en Alemania!

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Una invitada de honor

Mes de Mayo…. mes de María

Como migrante soy miembro de varios grupos o foros en Facebook. En uno de ellos llamado «Mexicanas en el extranjero « y que cuenta con mas de 1000 integrantes, soy miembro desde hace 6 o 7 años. No participo mucho porque es imposible leer o seguir los posts de tantas personas y tantos temas a la vez, pero de vez en cuando reviso las novedades y doy un like o escribo un comentario.

Hace poco mas de 4 años, una de las chicas integrantes tuvo la gran idea de crear una dinámica de grupo en la que una imagen de la virgen de Guadalupe visitara por 9 días a las mexicanas que se apuntaran en una lista. No dude en apuntarme y rápidamente la lista creció y creció. El recorrido de la Virgen Peregrina empezó por Estados Unidos y para no andarla enviando de un continente a otro cada semana, se organizó la lista por países y regiones. En Europa ya lleva un buen rato, pero apenas el año pasado llegó a tierras germanas.

Después de tanto esperar  llegó el paquete a finales de marzo (2017) con dos imágenes de la Virgen, una veladora en forma de estrella con 5 velitas, un diario donde cada una que la recibe escribe su experiencia, además de diversos sobres con tarjetas, postales, oraciones y copias de imágenes pequeñas para que se tomen como recuerdo de la visita.

Fue muy emotivo abrir el paquete y encontrar tantos detalles, leer tantas anécdotas, ver fotos y sentir tanto amor a nuestra Virgen de Guadalupe que cuida de cada una de nosotras en cualquier rincón del planeta. Elegí un lugar especial para poner una especie de altar y durante los 9 días nunca le faltaron flores…

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Mi aportación a la cajita fue una copia de la novena, ya que no encontré ninguna en el paquete, enmicada para evitar su maltrato y facilitar su lectura. Todos los días leímos y rezamos la novena en familia para pedir por las necesidades de cada uno más todas aquellas de nuestra familia en México y de las mexicanas que integran el grupo de Facebook.

No fue fácil despedirnos, pero la Virgen tiene todavía mucho camino por recorrer, así que la entregué personalmente a otra mexicana que vive en nuestra ciudad y así cada 9 días cambiará de destino para seguir alegrando los corazones de cientos de mujeres que como yo, viven en el extranjero pero no han dejado de ser guadalupanas 🙂

 

A bordo de México!

Desde junio que quiero escribir esta entrada pero se me pasa el tiempo tan rápido que no había tenido oportunidad de hacerlo. Pero con motivo del aniversario de la independencia mexicana esta semana, queda perfecto contarles sobre esta experiencia única e inolvidable.

En un evento del Círculo Mexicano Alemán en marzo, el cónsul mexicano en Hamburgo nos dio a conocer que el Barco Escuela Cuauhtémoc visitaría nuestra ciudad hanseática a mediados de junio. Como socios del CIMA recibimos la invitación al cocktail de bienvenida en mayo y el día 17 de junio asistimos mi marido y yo a una velada muy mexicana!

Viajamos en metro para no tener problemas con el estacionamiento y no les puedo explicar lo emocionante que fue ver nuestra enorme bandera mexicana ondeando en el río Elba desde que íbamos caminando por la orilla del puerto. Estaba pronosticada lluvia e incluso chubascos aislados, pero las nubes fueron desapareciendo poco a poco a lo largo de la noche y disfrutamos de un clima delicioso en cubierta.

Después de saludar a muchas amigas y conocidos mexicanos que también fueron invitados, nos sirvieron nuestras primeras margaritas y piñas coladas. La embajadora mexicana Patricia Espinosa dio un mensaje de bienvenida a los asistentes y a los tripulantes del Barco Escuela, además de despedirse de su puesto porque pronto empezaría su nuevo cargo en las Naciones Unidas.

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A lo largo de la noche tuvimos la oportunidad de charlar con los aspirantes a cadetes, oficiales y demás tripulantes del barco escuela, que viajaban desde marzo en un recorrido por Europa y América, y que terminará en dos semanas en el mismo puerto de partida: Acapulco!

Nos dieron un tour por el interior del barco donde pudimos ver algunas salas de reuniones, camarotes, la cocina y otras habitaciones. El buffet en cubierta incluyó todos los platillos mexicanos que cualquier migrante extraña como mole, cochinita, quesadillas, chiles jalapeños rellenos, frijolitos refritos y mil cosas más. Y por supuesto en la barra de bebidas no podían faltar todas las cervezas mexicanas, tequilas y mezcal.

En una de las tantas veces que me serví los antojitos mexicanos, le dije a una de las chicas que estaba sirviendo que me sentía como en México al comer tanta delicia, tomar tequila, escuchar música mexicana y convivir con tantos compatriotas, y ella sin ninguna duda me contestó: «Usted está en México!«. Se me pone todavía la piel chinita al acordarme de su respuesta y realmente esa noche estuve a bordo de MI México, con todo su sabor, folclore, ambiente y calor!

Nunca olvidaré esa noche templada donde comí, bebí, conviví y disfruté de un ambiente 100% mexicano como en pocas ocasiones he disfrutado en tierras alemanas. Agradezco al destino y a Dios por haberme dado esta oportunidad y espero que en el marco del Año Dual México-Alemania vengan mas experiencias como ésta.

Antes de la medianoche se terminó el evento y con el dolor de nuestro corazón tuvimos que bajarnos, porque si por nosotros hubiera sido, hubiéramos seguido la fiesta hasta el amanecer. Y como en esas fechas anochece muy tarde, aún a medianoche pudimos despedirnos del Barco Escuela Cuauhtémoc con la luz de la luna y cielo claro:

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VIVA MEXICO!!!

Una colección que atesoro

Desde pequeña me ha gustado coleccionar cosas y una de mis primeras colecciones fue la de calcomanías. Tenía un álbum lleno de ellas, las que olían al rascarse, con brillitos, en tercera dimensión, de mis personajes favoritos como Hello Kitty y Melody o de corazones, flores y notas musicales. También coleccionaba borradores de todos tamaños, olores y formas.

De joven empecé a coleccionar cositas que compraba cuando salía de viaje de trabajo o vacaciones. Empecé con imanes para el refrigerador, después continué con tazas, postales y «miniaturas» de los lugares que visitaba como la Torre Eiffel, Coliseo Romano o Chichen Itzá. En los últimos años he seguido con la de vasitos tequileros, especialmente del Hard Rock, sin dejar de comprar de vez en cuando una taza o «miniatura» para las vitrinas que poco a poco empiezan a quedar pequeñas con tantos «recuerditos».

Pero de la colección que les quiero contar hoy es una muy especial: la de vestidos típicos mexicanos. Cuando vivía en México jamás hubiera pensado en comprar un vestido típico, y creo que nunca me puse uno a excepción de los bailables del 16 de septiembre o festivales de la escuela primaria. Y de eso hace muuuuuchos años. En los últimos años que viví en Monterrey recuerdo haber asistido a diferentes fiestas de la independencia donde nos vestíamos de acuerdo a la ocasión, que significaba vestirse de verde, blanco y rojo o llevar un rebozo con la ropa normal.

Tenía que vivir en otro país para aprender a apreciar nuestros bellos trajes típicos, y mejor aún a llevarlos con orgullo en fiestas internacionales, desfiles o eventos culturales. No tengo tantos como quisiera, y si no fuera por mi mamá sólo tendría uno, pero está colección apenas esta empezando y confío en poco a poco tener muchos más.

El primero fue un «huipil yucateco», uno de los trajes que había visto más a menudo porque tengo familia en Mérida. Es un vestido blanco con bordados en azul, mi color favorito y lo vestí en el Festival Internacional de las culturas en Hamburgo por primera vez. Las niñas tenían blusas con bordados similares desde que eran bebés y así las vestía cuando íbamos a las fiestas mexicanas en Hamburgo.

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Poco después, una buena amiga se mudó a México y me vendió el vestido de Jalisco que tenía para bailar en un grupo folclórico. Es uno de mis favoritos porque es el más llamativo: anaranjado y con una falda muy amplia que pesa media tonelada. Con este vestido he bailado «el son de la Negra» en diversos festivales y eso que no soy bailarina, pero el amor a México es más grande y ahí me tienen zapateando con un vestido que es difícil de manejar por la cantidad de tela y su peso.

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Y porqué eso de bailar no es cosa sencilla, necesitaba los zapatos adecuados que mi mamá me buscó en Monterrey y que ahora complementan no solo el «ajuar» tapatío, sino el nuevoleonés y poblano (porque no tengo otros :). Son botines blancos de tacón medio. Y además, tengo la calzonera para cuando bailo 🙂

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Como saben, soy de Nuevo León y no podía faltar el vestido correspondiente en mi colección. Se oye fácil pero obtener un vestido tradicional no es cosa sencilla y lo tengo gracias a una amiga de mi mamá, cuya hija lo tenía de un bailable de la secundaria. No es tan llamativo como el de Jalisco, pero es muy elegante y «europeo». Con este bailé una polca en la escuela de mis hijas para un festival sobre México, y ambas me acompañaron con sus respectivas faldas de grecas 🙂

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Y por último, está el vestido de «china poblana» que mi mamá me consiguió en un viaje a Puebla. Este año llegaron las faldas de las niñas que no han tenido oportunidad de estrenar, pero que seguramente harán en la próxima misa con mariachi en verano. Como saben estos vestidos tienen una falda con un águila bordada en lentejuelas y una blusa blanca también con lentejuelas en el cuello.

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Además de estos trajes típicos tengo blusas, rebozos, faldas y mil accesorios que me pongo en ocasiones menos especiales pero que me identifican como mexicana: ya sea en un desayuno, una clase o una plática sobre un tema cultural.

Qué cuál traje sigue? Pues el de Chiapas, uno de mis favoritos y que espero mi mamá me pueda conseguir pronto 🙂 Es colorido, elegante y hermoso y me haría muy feliz tenerlo en esta colección que atesoro. Quién lo diría? Que coleccionaría trajes típicos para ocasiones especiales donde con orgullo muestro lo hermoso de nuestro país.

También me gustaría tener el de Veracruz, Tamaulipas o Oaxaca 🙂

Y claro, mis hijas han aprendido a vestirse de «mexicanas» desde pequeñas y nunca les ha dado pena vestirse como yo. Me encanta cuando hacemos un trío de modelos y espero mi mamá siga consiguiendo vestidos para ellas, pues no pueden coleccionarlos porque siguen creciendo y siempre necesitan nuevos atuendos. Y a veces incluso formamos un cuarteto con mi mamá que tiene la bendita suerte de venir cuando es la misa con mariachi en Hamburgo. Este año también le tocará y seguro nos vestiremos muy guapas para la ocasión!

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Este año, si Dios quiere, también participaré como Catrina nuevoleonesa en el festival del día de muertos en Hamburgo. Y veremos si por aquí o por allá se dan otras oportunidades de ponerme estas «joyas» que forman parte de mi colección favorita.

Y para que no crean que sólo me visto de mexicana, tanto mis hijas como yo de vez en cuando nos disfrazamos de alemanas 🙂 con el tradicional «Dirndl». A qué también nos vemos guapas, no?

Productos «mexicanos» en Alemania

Muchas veces me han preguntado si encuentro tal o cual producto mexicano en Alemania, y la verdad es que hoy en día se encuentra prácticamente de todo y son muy pocas cosas las que todavía tengo que traer de mi querido Monterrey cada vez que voy de vacaciones.

Aquí una lista de algunos productos que encuentro en la tienda asiática de Stade:

En la tienda turca de Stade, encuentro lo siguiente:

No sabía que en Turquía tenían tantas variedades de frijoles! Y tengo que admitir que son muy buenos! También he encontrado frijoles italianos en el supermercado local 🙂 Muy ricos!

Este queso lo venden también en el supermercado local y no tengo idea de como lo consuma el alemán, pero yo lo compro para preparar queso en salsa o para usarlo en enchiladas, tostadas o ensaladas. Es un poco salado, pero es lo más parecido al queso panela mexicano. A que se les antojó!

Y con suerte en algunos supermercados locales podemos encontrar algunos productos de la marca «La costeña»:

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o en su defecto de alguna marca «Tex-Mex» como Old El Paso, Fuego, Poco Loco, etc.

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Adicionalmente ya encuentro aguacates prácticamente todo el año, cilantro en macetita, papayas, tunas, mangos, frijoles, etc. en los supermercados cerca de casa. Los precios todavía no pueden compararse a los de México, pero hace 14 años ni caros se encontraban por estos lugares.

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Aguacate Hass

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Frijol pinto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y lo que no encuentro en el supermercado lo pido por internet en alguna de las tiendas que están en la lista a la derecha de este blog. Pido nopales en escabeche, tortillas de maíz, chiles secos, piloncillo, salsa verde, etc.

Piloncillo

Piloncillo

Hace unas semanas encontré «Dulce de leche» en un supermercado local de marca genérica (REWE), con el cual hice unas deliciosas empanadas. Así que no cabe duda que poco a poco la globalización nos esta acercando a los productos que extrañamos y ya no es tan difícil sobrevivir en el extranjero sin nuestra comida mexicana, verdad?

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Dulce de leche

 

Esos primeros años

Esta vez escribiré sobre esos primeros meses o años que un migrante vive en su nuevo país. Dos situaciones diferentes me inspiraron sobre este tema. Por un lado, el comentario de una amiga alemana en relación a la integración de migrantes o refugiados en Alemania y por otro lado, el hecho de que mi mejor amiga de Monterrey empieza en estos días una nueva vida en Nueva York.

Las personas que me conocen en Alemania hoy en día no pueden imaginar mis primeros años en este país y por el comentario que menciono (für Dich hat man sich doch auch interessiert als Du kamst? Warum nur nicht für diese neuen Menschen bei uns? ), pareciera que creen que fueron sencillos y muy diferentes a lo que experimentan los refugiados que están llegando actualmente a mi nueva patria. No, no puedo comparar mi situación con la de nadie más, primero que nada porque yo me vine por amor y con el gran apoyo de mi marido que es alemán. Pero ni el hecho de ser una persona sociable, con maestría, inglés casi perfecto y mucho entusiasmo hicieron mis primeros meses fáciles o gratos.

Recuerdo perfectamente mis primeros tres meses en un pequeño departamento en un pueblo, aunque los alemanes insistan en llamar «ciudad» en donde casi nadie hablaba inglés y donde no pude tomar ningún curso de alemán porque era periodo de vacaciones de verano. De no ser por mi marido, no hubiera salido ni a la esquina. Nadie más que él me acompaño al ginecólogo, al dentista, al supermercado y a todos los trámites burocráticos para mi registro, mi visa, mi cuenta bancaria y mi licencia de manejo. Nadie me invitó a un café ni a desayunar. Nadie me visitó en el hospital cuando me quitaron una piedra del riñón y tuve que quedarme una semana sola porque aquí nadie se queda a dormir con el paciente.

En mi primer curso de alemán hice amistad con dos rumanas, con quien de vez en cuando salía pero ellas ya eran mamás y nuestros horarios no coincidían. Me inscribí a un gimnasio, a clases de pintura y de fotografía con la esperanza de conocer gente y crear círculos de amistades. Todo sin éxito! Ni un café, ni una salida al cine, nada!

Justo un año después encontré trabajo en una empresa internacional y me dediqué a viajar por Europa. Amistad con colegas? No es lo usual, así que a excepción de un par de veces que fuimos a cenar, nunca conocí nada de su vida privada ni ellos se interesaron por la mía.

Al año y medio de haber llegado a Alemania, compramos nuestra actual casa en Stade, un pueblo (siiiii, ciudad) un poco mas civilizado que Vlotho. Ni despedida, ni cartas o correos con ex-vecinos, amigos o compañeros de curso. Ahora que lo pienso, pareciera que ese tiempo pasé desapercibida, como una persona que estaba ahí pero que no dejó huella.

Seguí viajando un año más lo que dificultó el contacto con los nuevos vecinos y cuando dejé de trabajar por el nacimiento de nuestra primogénita empezó otra etapa difícil parecida a la que viví al recién llegar. Aunque ya sabía un poco más de alemán, a nadie parecía importarle mi vida. Iba y venía sola con mi pequeña, me inscribí a un curso de mamás con recién nacidos y a un curso de natación para Victoria con el mismo resultado que el gimnasio y el curso de pintura. Saludos amables pero jamás una invitación a desayunar o merendar. Hasta dos años después, ya con la segunda niña y gracias a un «Krabbelgruppe» al que asistíamos una vez por semana, fue que empezaron a surgir los primeros contactos. Y todo porque yo organizaba regularmente reuniones en mi casa (cocktail´s partys).

Y no se trata de decir que los alemanes son cerrados o fríos. En lo personal no lo creo, sino más bien que como adulto es difícil entrar a círculos de amistad o amigos ya existentes y se requiere más tiempo para entrar en confianza. Aún en mi propio país, tardaría un tiempo en conocer gente si me mudara de ciudad. Y en mi caso particular en el que Thomas tampoco era originario de las ciudades donde vivimos, tampoco tuve oportunidad de integrarme a sus grupos de amigos porque no tenía 😦 Ni su familia vivía cerca, aunque algunos dicen que eso es más ventaja que desventaja 🙂

Al entrar la mayor al jardín de niños mi vida empezó a ser lo que ahora es, comencé a echar raíces y finalmente me convertí en parte de la sociedad local. Fue gracias a los contactos con otros padres de familia y a mi búsqueda de trabajo ya que poco a poco tenía tiempo libre para mí. Clases de español, reuniones en diferentes círculos y actividades familiares llenaron poco a poco mi agenda. Corría el año 2007, cinco años después de haber empezado mi vida de migrante.

Cada persona es diferente y se integra más o menos rápido que otras, la mía es solo una historia de millones que hay en este mundo y no hay dos historias iguales. Para mí, hay tres cosas que hicieron esos primeros años más llevaderos y que evitaron que «tirara la toalla» o me quisiera regresar a mi México lindo y querido:

– el amor y el apoyo incondicional de mi marido

– los viajes anuales a México de hasta 3 meses, casi siempre en invierno de los cuales volvía llena de energía

– las visitas de mis padres y algunas amigas

En dos palabras: amor y familia. Y el amor de pareja puede reemplazarse por amor al trabajo, a la aventura, al estudio, etc. dependiendo de las razones por las que uno emigre. Por ahí leí que «Emigrar es de valientes» y es cierto, no tanto por todo lo que se deja sino por esos primeros años que nos hacen dudar y preguntarnos si realmente fue una buena decisión.
Y por último, estas líneas se las dedico a mi amiga S. para su nueva etapa y que seguro le podrían servir a otros que recién empiezan su vida como mariposas migrantes:

– mantén tu buen humor, aún en días nublados, fríos o grises

– inscríbete al gimnasio local, a cursos de cosas que te gusten o incluso que no te gusten, pero donde puedas encontrar gente de tu edad y donde puedas distraerte

– sonríe a todos aunque no te devuelvan la sonrisa

-toca puertas una y otra vez. Si nadie te invita a su casa, invítalos tú… con suerte, después de un tiempo te invitaran a ti.

– siente siempre orgullo por tus raíces y nunca olvides a los tuyos. Ni el tiempo ni la distancia son excusas aceptables para perder contacto con los que te quieren.

– se vale llorar pero nada de depresión. Llora cuando extrañes a tu familia, tu comida, tu música pero no dejes que tu estado de ánimo se deprima.

– acostúmbrate al hecho de que te perderás bautizos, bodas y cientos de eventos importantes en tu país

– algunas veces te preguntarás «qué hago aquí?», pero no pierdas el tiempo buscando respuestas. Anímate y llena tu cabeza de pensamientos positivos.

– no hay dos países iguales en este planeta, así que hay que aceptar que las cosas son diferentes en tu nuevo hogar, ni mejores ni peores simplemente diferentes. Comparar, convertir a otra moneda o buscar productos que usabas antes no sirve de mucho y puede cansarte. Disfruta, experimenta y prueba las cosas como son ahora.

– adáptate a la vida local, cambia tus hábitos y aprende cómo hacen las cosas los locales. Si hay que separar la basura, respetar distintas leyes o seguir otras reglas, ni hablar!

– busca grupos de migrantes como tú, no importa si son chinos o australianos, están pasando por lo mismo y podrán comprenderte mejor

– si no hablas el idioma o dialecto local, apréndelo lo antes posible y bien, ahí está la llave de la integración

-cada mañana toma una cucharada de tolerancia, otra buena dosis de paciencia y un litro de actitud optimista.

-ama tu nuevo país sin dejar de amar el que te vio nacer. Renegar, comparar y quejarse es lo peor que puedes hacer y sólo amargará tu corazón.

Y finalmente termino con una frase inventada por mí: «Integrate que Dios te ayudará». Uno mismo tiene que buscar formas de integrarse en el nuevo país, y lo demás se irá dando solito. Hoy en día el mundo es mas tolerante y abierto, pero no puede integrarnos si nosotros no ponemos de nuestra parte.

Ánimo! Sí se puede!

P.D. Y aprovecho para mostrar mi respeto a aquellos que sobreviven en un nuevo país sin una «media naranja», eso para mí es todavía más difícil y admiro a los que logran sobrevivir solitos! 🙂

 

Nostalgia con los 5 sentidos

La primera unidad de mi libro de alemán (en el curso B2 que estoy tomando) se llama «Heimat», que es nada más y nada menos que «Patria» y supone (correctamente) que todos los alumnos son inmigrantes. En el curso hay 3 polacas, 1 italiana, 1 egipcia, 1 ucraniana, 1 de Mongolia, 1 holandesa y un «Au-pair» de la Suiza franco parlante.

El tema incluye textos de gente alemana que ha emigrado al extranjero o que después de un tiempo fuera decide volver a su ciudad de origen. Obviamente se ve vocabulario relacionado al tema, y la gramática para escribir textos y defender puntos de vista. Un tema por demás interesante!

En uno de los ejercicios de la lección teníamos que relacionar palabras con los 5 sentidos. Y eso me inspiró a escribir esta entrada. Qué extraño de mi México? Qué olores, qué sabores y qué paisajes?  Y qué extraño de Alemania cuando estoy mucho tiempo fuera de casa? Aquí les comparto una pequeña lista de lo que extraño de mis dos patrias.

– Vista. 

De México. Extraño las montañas de Monterrey y el cielo azul. El colorido en los mercados y la variedad de frutas en el supermercado. Los vestidos folclóricos y la joyería en colores vivos. La decoración en todo tipo de fiestas, ya sea cumpleaños, boda, bautizo o XV años. Y las piñatas de todas formas y colores.

De Alemania. Extraño las estaciones tan marcadas que hacer ver a un mismo árbol como si fueran cuatro distintos dependiendo de la fecha. Los venados en la pradera y las aves como cisnes, cigüeñas y gorriones. Los adornos en las puertas y ventanas y en los jardines dependiendo de la temporada. Extraño poder ver los jardines de los vecinos y la gente en bicicleta. El verde «nuevo» al empezar la primavera, el amarillo de los sembradíos de canola (colza), el blanco brillante de la nieve y el arcoiris después de un chubasco repentino. Extraño los molinos de viento que se observan desde la carretera y los fuegos artificiales en Año Nuevo.

Monterrey, MX
Stade, DE

 

– Gusto. 

De México. Extraño el cabrito, los tamales y las fritangas. Los raspados, elote desgranado o asado y las gorditas. En general todos los mariscos, incluyendo los tacos de camarón o marlin. El pan de dulce, sobretodo las donas. Los dulces regionales y las botanas, además de la inmensa variedad de salsas en cualquier restaurante o casa.

De Alemania. Extraño las mermeladas, el vino caliente en invierno y la cerveza de barril en los festivales del pueblo. Los helados italianos y el pastel de ciruelo. 

Comida mexicana
Vino caliente

 

– Tacto.

De México. Extraño los apretones de mano al saludar, los besos acompañados de abrazos o palmadas en la espalda, y los abrazos bien apretados. Y extraño muchísimo el calor, tanto el humano como el del sol.

De Alemania. Extraño la calefacción en la casa y sobretodo en el baño, que aunque afuera esté nevando siempre esta calientito.

– Oído. 

De México. Extraño el bullicio en lugares públicos, el ruido de niños riendo en restaurantes, la música mexicana en eventos o restaurantes.

De Alemania. Extraño el silencio en la noche.

– Olfato. 

De México. Con este sentido es con el que menos extraño, pues el tráfico y la contaminación se han encargado de desaparecer muchos olores en la calle. 

De Alemania. Extraño el olor de la naturaleza y los olores de Navidad en casas y calles.

En general, este sentido no es mi fuerte. A diferencia de mi hermano menor, mi sentido del olfato no es tan sensible y pongo poca atención a los olores que me rodean. Y hablando de olores, el olor que nunca quisiera olvidar y que seguro extrañaré es el olor de mis hijas. Primero ese olor a bebé, y ahora ese olor de niñas… MMMmmmmMMM. Cómo quisiera guardarlo en un frasquito para poderlo oler en un futuro!

Y aunque no es un sentido propiamente, por último agregaría lo que extraño en general de ambos lugares y que incluye valores, sentimientos o costumbres.

De México. Extraño las misas llenas de gente y con coros alegres. Las reuniones familiares con más de 30 personas y las idas a merendar/cenar con mis mejores amigas. Las posadas y las peregrinaciones el día de Guadalupe. También echo de menos las idas regulares al cine, las carnes asadas y los centros comerciales. Que el comercio abra los domingos y acepten tarjeta de crédito en todas partes. La espontaneidad y el humor mexicano.

De Alemania. Extraño la seguridad al salir de noche y el orden con el que se conduce y vive. Las idas al bosque en otoño y a las albercas públicas en verano. Recoger fresas, manzanas o cerezas en las huertas. Los mercados de Navidad y buscar huevos en Pascua. Echo de menos el transporte público y la puntualidad. La confianza y respeto mutuo, la vida tranquila de mi pueblito y que las niñas crezcan sin miedo.

Y obviamente hay cosas que extraño de ambos países y que no escribí porque la lista sería interminable. Sólo menciono como ejemplo, las artesanías, el olor a pan recién horneado, las fiestas nacionales, las iglesias antiguas… todo eso extraño tanto de un país como del otro, aunque sea en algunas ocasiones casi opuesto o muy distinto.


No cabe duda que ya no soy 100% mexicana y nunca seré 100% alemana. Soy una mezcla curiosa de ambos países y por eso extraño tanto a uno como al otro cuando estoy lejos. Supongo que sólo los que están en mi situación comprenderán este sentimiento tan raro de pertenecer y no a dos países al mismo tiempo.Por eso una vez más digo: Viva el MULTI-CULTI 😉

 

Extraño el "shopping"

Nací y crecí en Monterrey, México, una ciudad en el norte del país que no es considerada fronteriza pero que está sólo a dos horas en auto de la frontera con Estados Unidos.

Como en toda familia de clase media, crecí con la costumbre de ir al «otro lado» de compras al menos dos veces al año. Las ciudades favoritas para ir son Laredo o McAllen, ambas en el estado de Texas, pero algunas familias visitan San Antonio o la Isla del Padre sobretodo en vacaciones, puentes o en fin de año.

Mis papás preferían McAllen que aunque esta un poquito más lejos que Laredo, era más tranquila para las compras. Creo que sólo dos veces visité Laredo y al igual que mis padres, preferí siempre McAllen. ¿Porqué cruzamos la frontera para gastar dinero? y qué compra la gente?

Ufff!!! Mejor dicho que no compran los regiomontanos en Texas! En nuestro caso, era normal comprar ropa y zapatos de temporada, algunas cosas de despensa y antes de entrar a la escuela, era requisito ir para comprar los artículos escolares, mochilas y chucherías. Cuando se acerca Navidad, mucha gente compra los juguetes o aparatos electrónicos en Estados Unidos. Y últimamente en Noviembre, mucha gente aprovecha las ofertas de «Acción de Gracias» (Thanksgiving).

Pero el ir a McAllen no consistía sólo en comprar, sino en un paseo con una rutina muy particular. Para empezar, salíamos muy temprano para no encontrar demasiada gente en la «pasada» (en el puente para cruzar la frontera). Llevamos algo de comer para el camino que tenía que ser consumido antes de llegar al puente (frutas y otros alimentos no se pueden pasar). Y recién cruzando a Texas, llegábamos a desayunar a alguna cafetería, ya fuera un sandwich de huevo, unos hotcakes o algo similar.

Dependiendo de la hora, llegábamos a las primeras tiendas de ropa o zapatos y para mediodía hacíamos el check-in en el hotel donde dormiríamos una noche. En mi niñez siempre fue «La Quinta», y ya de joven probábamos otros hoteles más económicos. Total, sólo era para pernoctar.

Por la tarde seguían las compras ya fuera en el «Mall» o en el centro de McAllen. A finales de los 90´s se empezaron a construir «outlets» y en los últimos años, ya casi no íbamos a los centros comerciales, sino que pásabamos casi el día completo en el «outlet» (un conjunto de tiendas de marcas con precios muuuuy reducidos).

Terminábamos el día de compras en el Red Lobster, mi restaurante favorito hasta la fecha o cuando más pequeña, íbamos a las hamburguesas, pero a las buenas, no al McDonalds o al Burger King.
Al día siguiente, desayunábamos «bagels» con queso crema, cereal o pan tostado, únicas opciones en este tipo de hoteles sencillos y económicos.
Y a seguir las compras! A media tarde volvíamos a Monterrey, pasando obviamente el puente fronterizo y rezando para que el aduanal no se pusiera pesado al revisar la cajuela. Ah! y se me olvidaba, antes de llegar al puente nos deteníamos en HEB (supermercado) a comprar roles de canela y las cosas de despensa que mi mamá siempre compraba. En el estacionamiento, quitábamos todas las etiquetas de las compras del día y empacábamos bien todo en las maletas vacías que habíamos traído de Monterrey.

Eran viajes muy divertidos! Y ya de casada, en mis viajes a Monterrey nunca falta una escala en McAllen, ya sea sólo con mi marido, con mis papás o ahora con las niñas. La rutina es muy similar, y hay cosas que no se pueden omitir como la parada en el Red Lobster, los outlets, la tienda de «dollar», Victoria´s Secret, HEB o Walmart y Payless Shoes 🙂

Mi marido se acostumbró a comprar prácticamente su ropa en los outlets y en mi caso, todavía no le hallo el gusto a comprar en Alemania. Ya no vamos a México tan seguido y esos viajes a McAllen son cada vez más esporádicos, por lo que tenemos que comprar aquí, pero nunca será como el «shopping» tejano.

Ya que no sólo extraño esa rutina tan divertida, extraño:
 – los outlets y las ofertas de verdad
 – los dulces de Pascua y Halloween
 – la decoración para fiestas
 – el pasillo de artículos escolares y manualidades en los supermercados
 – la variedad de harinas preparadas y sobretodo de betunes (aquí saben horribles)
 – el ambiente en los restaurantes, siempre llenos y con gente esperando mesa
 – las tiendas departamentales con sus enormes secciones de ropa infantil, cosas para el hogar, decoración de la temporada, joyería
  – la comida china del área de comidas en el centro comercial
  – los cupones de descuento
  – el no pagar en los estacionamientos de los centros comerciales
  – los buffets chinos
  – las tiendas de joyería de fantasía donde comprabas 5 x 3, y 10 x 6 o descuentos parecidos

Pocas veces fui con amigas, creo que decí haberlo hecho más a menudo. Comprar con mi marido no es tan divertido como con amigas, pero si lo importante es comprar, no importa la compañía!

Cómo extraño esos viajes cortos en donde gastábamos mucho dinero y parecíamos estar en un maratón de compras. Tienda, tienda, tienda… pausa para ir al baño o comprar algo de comer… tienda, tienda, tienda! Espero pronto ir a Monterrey y poder planear otro de estos viajecitos tan provechosos! Quién me invita?

Mi español y mi amor por México: Irremplazables!

Ya cumplí 9 años en este país y poco a poco se han ido sustituyendo algunas cosas en mi vida, en mi rutina, en mis hobbies y en mis gustos…

Como la mayoría de las mujeres que se casan, sustituí la familia de padres y hermanos, por aquella de marido e hijos. Y no solamente eso, sino que por la distancia que me separa de México, he sustituido a mis abuelos, tíos y primos con mi familia política que es mucho menor. Tom tiene 4 medio hermanos de dos, una abuela de 90 años y sólo una sobrina. Pero no me quejo, pues mis dos pares de suegros son muy lindos conmigo y nos queremos mucho! Además de me han apoyado en toda necesidad y están siempre ahí (aunque no tan cerca como quisiera) para lo que se nos ofrezca.

También con el tiempo se han ido sustituyendo amigos, aunque no de forma total gracias a la tecnología de hoy en día! Sigo en contacto en mayor o menor frecuencia con mis amigos de la escuela, del TEC o del trabajo gracias al Facebook, chat y correo electrónico. Pero para ir al cine, tomar un café o platicar de problemas y experiencias he tenido que encontrar amig@s en este lado del charco. Algun@s latinos, otros mexicanos… otros tantos alemanes y también de otras partes del mundo! No me quejo, pues cuento con algunos círculos de amistades y no me falta con quien echar el chal por teléfono, ir al cine (cuando hay tiempo) u organizar alguna reunión.

En cuanto al trabajo: se ha dado una sustitución total! De licenciada en sistemas con maestría en negocios internacionales, pasé a maestra de español! Y no es porque no encuentre trabajo, pues de recién casada trabaje en mi giro y me iba muy bien. Pero con hijos y sin abuela a la vuelta, es muy complicado volver a ese tipo de trabajo. Así que poco a poco he encontrado otra profesión: enseñar español de forma privada o en escuelas, que me permite tener un horario flexible y seguir conociendo gente. Me gusta mucho y disfruto cada curso, cada preparación de clase y cada anécdota con mis alumnos!

También en mis hobbies y gustos ha habido sustituciones. Ya no voy tanto al cine por falta de niñera y tiempo, además de que es muy caro. El año pasado compré una bicicleta y cuando tengo tiempo y hace buen clima, disfruto mucho este deporte. De la lectura que me apasionaba, dedico ahora ese tiempo a escribir este blog. Y de la “socialitos” que era en Monterrey, me he convertido en chofer de mis hijas y trato de dedicar el mayor tiempo posible con ellas para jugar, hacer manualidades o simplemente pasear.

Y algo que sustituye todo aquel que cambia de país es su DIETA! Adiós a los tamales, pozole, tacos al pastor… difícil es encontrar una cerveza mexicana, unas buenas tortillas o unas ricas botanas en un supermercado alemán. Algunas cosas se pueden pedir por Internet, pero es un poco caro y de todas formas sería para un antojo y no para un consumo de diario. Intento cocinar lo más mexicano posible, pero con niños pequeños que no están acostumbrados al picante, yo misma me he desacostumbrado al chile de diario y si condimento algo que voy a comer yo sola, lo hago de forma discreta porque mi estómago ya no aguanta esas enchiladas de antes.

En la rutina y vida diaria, también se han dado cambios o sustituciones. En Alemania, hay otras reglas que respetar, costumbres que seguir y tradiciones que adoptar. Por eso mismo, celebro la Navidad y la Pascua a la alemana, conduzco siguiendo todas las reglas de tránsito local y he aprendido a comer, hablar y en algunas ocasiones a pensar como alemana.

Pero hay dos cosas que son irremplazables al menos en mi caso: Mi español y mi amor por México. Ese idioma que aprendí de niña nunca podrá sustituirse y menos aún hoy en día que lo enseño a alemanes que tienen interés por aprender esa bella lengua! Hablo español a diario con mis hijas y con algunas amigas latinas, escribo en este blog en mi lengua materna y trato de leer, ver televisión y escuchar música en español lo más posible. Obviamente he tenido que aprender alemán, y aunque todavía no lo domino al 100% me desenvuelvo la mayor parte de día en ese idioma, pero no habrá forma de que el español se me olvide! Amo mi español y lo seguiré amando el resto de mi vida!

Y por supuesto, el amor a México nunca desaparecerá de mi corazón! Así mi país este sufriendo como nunca, no lo visite en los siguientes años, o me duela su situación SIEMPRE seré mexicana! Y no se trata de tapar el sol con un dedo y simular que México sigue siendo un paraíso… no, acepto la realidad y explico su situación a quien me pregunte. Pero no por haber nacido en un país que hoy en día vive una de sus peores crisis dejaré de amarlo. VIVA México y estoy segura de que mis hijas amarán ese país igual o más que yo! De eso me encargo yo! No importa donde viva o donde pase mis últimos días… nunca dejaré de ser mexicana ni olvidaré mi bello español! Seguramente otras cosas cambiarán con el paso de los años y seguiré sustituyendo alimentos y recetas en mi dieta, contactos y amistades, cosas y gustos, pero mi idioma y mi país natal se van conmigo a la tumba!!!

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