¿Quién iba a pensar que un encuentro de mexicanas casadas con alemanes resultara en un grupo de amigas que se reúnen dos veces al año para pasar un rato agradable? Una de esas veces es en noviembre, y como está cerca de Navidad hemos logrado organizarlo a forma de posada con piñata, ponche y regalos.
El grupo original nació hace casi dos años en Kassel con 31 mujeres mexicanas que viven en diferentes partes de Alemania, todas casadas con alemanes. Para seguir en contacto, hicimos un grupo en Whatsapp donde 25 seguimos muuuuy conectadas :), mientras que en otro grupo de Facebook seguimos todas. Para la 2da posada realizada el fin de semana pasado, logramos reunirnos 20, una más que en la primera!!! Nada mal, no?
En esta ocasión el punto de encuentro fue Wilnsdorf, cerca de Siegen a una hora de
Fráncfort. Y la fecha fue reservada desde hace meses: el sábado 18 de noviembre 🙂 Del norte, somos 6 y en esta ocasión viajaríamos 3 el viernes, y las otras 3 el sábado temprano. Para evitar el tráfico del viernes por la tarde, decidimos salir también temprano y a pesar de que una tuvo que cancelar de último minuto porque su hija se enfermó, una amiga y yo seguimos con el plan y salimos cerca de las 10 en dirección al sur.
Después de casi 4 horas y media llegamos a nuestro destino, donde la anfitriona nos esperaba con un delicioso caldo de camarón al estilo Veracruz. Descansamos un rato para después recoger a otra chica que llegaría en tren desde Basilea, Suiza. Mas tarde cenamos todas las que habíamos llegado el viernes (4) con la anfitriona y una amiga de ella en un restaurante hermoso, una Vinoteca antigua cuya especialidad son los «Flammkuchen», donde pasamos un rato ameno entre juegos, risas, vino y comida.
A las 9, la anfitriona nos llevó al centro de Siegen, de donde partiría un tour nocturno por la ciudad con un guía de la Edad Media. Fue muy divertido e interesante conocer las leyendas de la ciudad, conocer lugares que han hecho historia y aprender que el gran pintor Rubens nació en Siegen 🙂 A pesar de los 0 grados de temperatura, aguantamos vara y nos despedimos de nuestro guía a las 11 de la noche.

Y llegó el gran día! El sábado desayunamos en una linda cafetería de Siegen llamada Barcelona donde poco a poco fueron agregándose las viajeras que faltaban, ya éramos 18, solo faltaban dos que llegarían mas tarde. Y la sorpresa del día nos la dio una que de último momento se decidió asistir, viajando más de 3 horas sola, dejando a sus 3 pequeños con su papá para regresar a media noche a su casa. Esas son ganas!!! Me dio tanto gusto volver a verla que se me salieron las de cocodrilo 😉
Ya saben cómo son 18 mujeres reunidas, así que el desayuno almuerzo se prolongó hasta las 2 de la tarde y con prisas caminamos a la parte más alta de la ciudad donde se encuentra un castillo-museo, donde una señora mayor nos dio un tour en español por todas sus salas. En el sótano visitamos una mina de hierro, en el primer piso conocimos la historia de la familia Nassau-Oranien y por último, recorrimos el segundo piso dedicado a Rubens donde admiramos algunas de sus obras. Así que no nos podemos quejar, además de la fiesta nuestros encuentros siempre tienen un toque cultural 🙂

Volvimos rápidamente a casa de la anfitriona para cambiarnos y llegar puntualmente a la misa de 6, donde el párroco nos permitió cantar al final y nos dió su bendición. Acompañadas de la guitarra de una de nosotras, cantamos «Los peces en el río» y «Feliz Navidad». Después nuestra guitarrista cantó a capella una canción que nos hizo llorar, al menos a mí de emoción! Dios permitió que nos conociéramos el año pasado y ha permitido que nos volvamos a encontrar en diferentes ocasiones para consolidar nuestra amistad, recordar nuestro amor a México y sentirnos en familia. Esa familia que tenemos tan lejos se hace presente en cada una de nosotras, apoyando, abrazando y compartiendo momentos inolvidables como éste.
Finalmente llegó la hora de la tan esperada posada en un saloncito que rentamos muy cerca de la casa de la anfitriona donde por cierto durmieron 15 de las invitadas, las otras 5 dormimos en un apartamento vecino. Igual que el año pasado, al llegar unas empezaron a poner la mesa mientras otras cocinaban el postre. Unas sacaban las bebidas y otras organizaban los regalos. Y a eso de las 9 pedimos posada con peregrinos, guitarra, velas y cantos para seguir con la cena que ya esperaba calientita: barbacoa de res, tortillas de maíz, arroz y ensalada. De postre: ponche, flan y capirotada. Para variar, comí de más y mas tarde, sería imposible dormir… pero eso sí: lo comido y lo bailado, quién me lo quita!
Seguimos con el intercambio de regalos y un juego muy divertido que consiste en abrir un gran regalo con guantes de cocina. Nos reímos como nunca! En ninguna posada mexicana puede faltar la piñata, y aquí tuvimos una muy colorida, llena de dulces mexicanos que quebramos como si fuéramos niñas chiquitas.

Después de despedir a nuestra chica sorpresa que tenía que regresar a casa porque su marido saldría de viaje al día siguiente, abrimos pista y nos pusimos a bailar cumbias, corridos, salsa y sobre todo canciones de nuestra juventud con muchísimo ritmo e injundia…. hasta….
que llegó la policía!!! En ese momento estaba cerca de la grabadora y como no encontré como bajarle al volumen, no quedó más remedio que picarle a algo y la música paró de repente! Algunas ni siquiera se habían dado cuenta de la presencia del policía y me miraban desconcertadas… ups! Algunos vecinos se quejaron del ruido y aunque podíamos seguir la fiesta, tendría que ser sin volumen alto para evitar una multa. Lo más divertido del momento fue ver la cara del policía que supongo no esperaba encontrar tanta belleza latina bailando y los chistes que hicimos después sobre los «stripers» que no lo eran.
Ya era la una y media, así que con el dolor de nuestro corazón empezamos poco a poco a recoger todo. A las 3 ya estaba en cama con un dolor de estómago que me impidió dormir a pesar de estar tan cansada, pero al menos pude dormir un par de horas antes de llegar al almuerzo mexicano que las organizadoras habían preparado: huevos con salsa, tamales y chilaquiles. Ay Dios! A seguir comiendo porque eso no lo ve uno por acá todos los días!
A mediodía empezaron las despedidas y cada una tomó un rumbo diferente a su lugar de residencia: norte, sur, este u oeste. Unas tardarían poco y otras mucho en llegar, pero todas lo harían con las pilas bien cargadas, felices de haber pasado un fin de semana inolvidable y seguras de que habrá una próxima vez. Sí, seguras porque la posada ha quedado institucionalizada y nos reuniremos cada segundo fin de semana de Noviembre a nuestra tradicional posada. Dónde? Eso irá cambiando pero al menos el 2018 ya está decidido: iremos al sur!!!
De nuestro primer encuentro en Kassel, ha seguido la posada en Wolfenbüttel, luego Hamburgo al norte y la segunda posada en Siegen. Habrá que buscar un pretexto para reunirnos la primavera del 2018 antes de la posada en Stuttgart, pero seguro que no tendremos problema porque ya vamos agarrando experiencia y sabemos que estos encuentros son necesarios para nuestra felicidad y salud mental en Alemania, donde la falta de sol nos agüita y el invierno se nos hace eterno. Doy nuevamente gracias a Dios, a los planetas, al destino o a quién haya sido el culpable de haber encontrado un grupo de amigas tan hermoso, alegre y diverso. Cada una de nosotras aporta al grupo su experiencia, virtudes y valores para complementar un círculo de mujeres bellas e inteligentes. Dios las bendiga siempre y las conserve en mi camino como Mariposa Migrante por este país 🙂

P.D. Y no quiero olvidar un agradecimiento muy especial a la anfitriona y organizadoras por hacer todo esto posible. Gracias, Danke, Thank you!!! Espero el tiempo y esfuerzo dedicados a la organización hayan valido la pena, las invitadas quedaron felices con todos los detalles, dedicación y sorpresas que hicieron de este evento un éxito. GRACIAS!
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...