Después de dos años y medio de pandemia, mi familia se había salvado de contagiarse. Y no me refiero sólo a mis hijas, mi marido y a mí. También mis hermanos y sus familias, así como mi mamá no se han contagiado a excepción de mi sobrino que estuvo enfermo hace algunos meses.
Durante dos años hemos seguido las reglas de distancia, higiene y uso de mascarilla, sin exagerar y tratando de seguir con la vida normal.
Como saben trabajo en home office desde septiembre, pero mi marido nunca lo ha estado y mis hijas tienen clases regulares en la escuela desde el año pasado. Así que la posibilidad de contagio ha estado siempre presente, pero más en los demás que en mí, porque todo el día me la paso en mi oficina sin contacto físico con otras personas.
Así que cual no sería mi sorpresa cuando al presentar los primeros síntomas de gripa, el resultado de mi test de covid salió positivo!
¿Dónde me contagié? Seguramente en el concierto de Marc Anthony en Colonia, al que asistí con 9 amigas mexicanas. Lo curioso? Sólo yo me enfermé. Alguna otra fuente de contagio? Ninguna otra.
Y pues bueno, ya con el test positivo de antígenos, fui a hacerme un PCR y otro más de antígenos para salir de dudas.
¿El problema? Un viaje programado a la oficina de Saarbrücken donde se llevaría a cabo la reunión anual de consultoría y para la cual ya tenía vuelo reservado para el día siguiente.
Quién lo iba a decir?! La única semana en el año en el que podría conocer y convivir con todos mis colegas hasta ahora „virtuales“ y yo en cama. Ironías de la vida 🙂
No voy a negar que sí me pegó duro el coronavirus. Será la edad, o el que tenía mucho tiempo de no estar enferma de nada, pero si me sentí muy mal los primeros días.
Sobretodo el cansancio y dolor de cabeza permanente que me quitaban el apetito, las ganas de salir de la cama y que aunado a la soledad me hicieron sentir como oso invernando 🙂
La luz y el ruido me molestaban, mi marido se fue a dormir a la sala y comía poco y solita en la habitación. Triste y deprimente.
Pero ya pasó una semana y aunque tengo un poco de catarro, el dolor de cabeza desapareció y poco a poco vuelve la energía perdida.
Mi mayor miedo era que mi hija menor se contagiara porque tenía un seminario relacionado a su año de intercambio y hubiera sido una pena que no pudiera convivir con los otros chicos del programa durante este fin de semana.
Y cuando parecía que ni mi marido ni mis hijas no se habían contagiado, ayer salió positiva nuestra hija mayor. Veremos quién sigue 😦 Eso de estar enfermo en pleno verano no se lo recomiendo a nadie.
Y pues esta historia continuará porque no se ve luz al final del túnel, sino mas bien bruma y niebla. El índice de contagios es cada vez más alto, aunque sin gente grave y ya están previendo olas fuertes para el otoño e invierno. Seguramente vuelva el uso obligatorio de mascarilla en espacios cerrados, llegue la cuarta vacuna y porqué no? Uno que otro „lock down“. A estas alturas ya nada me sorprende y más vale irse haciendo a la idea, porque el virus vino para quedarse y a los políticos la imaginación no se les acaba 🙂
Así que a aprovechar el verano que en un abrir y cerrar de ojos se acaba. Aquí hay muchos planes con la visita de mi mamá en 3 semanas, el viaje de nuestra hija mayor a Seúl para aprender coreano durante 3 semanas y el viaje de la menor a Estados Unidos, donde pasará un año de intercambio escolar. Y a confiar en que nadie, ni aquí ni allá se contagie en las próximas semanas para que no haya cambios imprevistos de planes como el mío a Saarbrücken 😦
Cuídense mucho y feliz verano!
Gracias por tus comentarios.