Ser mujer en Alemania
Anteayer fue el día internacional de la mujer y como es costumbre, esta entrada va dedicada a las mujeres. Como madre de dos adolescentes esta vez quiero escribir sobre lo que me ha tocado vivir como mujer en Alemania, no sólo como adulta sino como niña o adolescente a través de la vida propia de mis hijas que han nacido y crecido en este país.
Los temas relacionados a la mujer son infinitos pero con el día internacional de la mujer es común escuchar sobre igualdad, respeto, marchas, derechos, etc. En cada país se vive una realidad diferente como mujer. Mientras que en México se lucha en estos días contra la violencia de género, en Alemania se exige igualdad de sueldo o mayor participación de la mujer en niveles ejecutivos. Lo que no significa que en ambos países no existan los mismos problemas, pero digamos que unos son más importantes o actuales que otros.
Hace unos días me encontré este texto de @Daniela Peñuelasen en Facebook que me hizo recordar mi propia niñez y juventud en México:
Cuando iba en la primaria recuerdo que teníamos que ponernos short abajo de la falda porque corríamos el riesgo de que los niños se pusieran abajo de las escaleras para ver nuestra ropa interior o te la podían levantar. No iba todavía ni en segundo (6 años) y ya comprendía esta “ley”.
Cuando iba en secundaria tenía que ponerme un pantalón extra abajo del pants los días de deporte porque era bien sabido que los niños te lo podían bajar (entre 12 y 14 años)
En preparatoria ya comenzaba a asistir sin mis hermanos a la escuela, la distancia ahora era más larga y fue la primera vez que camino a ella vi como un hombre se masturbaba en el camión observándome fijamente, desde ahí comprendí que no “tenía” que irme hasta la parte de atrás de los camiones o que si veía un asiento desocupado al lado de una mujer era preferible ponerme al lado de ella. (15 años)
Ahora en la universidad tengo que cargar con un gas pimienta, porque pues vamos, no hace falta aclarar nada más, a estas alturas ya comprendí que corro peligro desde la puta primaria, a estas alturas ya comprendí que puedo no regresar a casa, a estas alturas ya comprendí que no tienen respeto por mí, ya entendí que mi vida, mi dignidad, mi integridad y mi cuerpo es tan frágil que he estado inconsciente o conscientemente creando técnicas de seguridad desde los 6 años de edad.
Y no quieren que estemos hartas y no quieren que estemos asqueadas y no quieren ver la realidad a la que nos exponemos todos los días. No tengo que ser tu hermana, tu madre o tu novia para que me respetes, pero esto no importa porque sé que el día de hoy volveré a salir con miedo y lo peor, lo que más me da rabia es pensar que mi hermana, mi madre y mis amigas siguieron estas o sus propias técnicas de resguardo.
Yo no quiero este mundo para nosotras.
Gracias a Dios fui a la universidad en los 90s y en aquel entonces no era necesario cargar gas pimienta ni tenía miedo de salir con amigos o quedarme tarde para terminar proyectos. Las cosas han cambiado drásticamente en los últimos años y las estadísticas del 2019 me dejan helada: 10 mujeres mexicanas asesinadas/desaparecidas por día! SI, por día!
¿Cómo son las cosas en Alemania? Como ya lo he escrito antes, llegué a Alemania hace 18 años con el trauma de la «inseguridad» y sí me asombraba de la libertad con la que los alemanes caminaban por la calle sin cuidar su bolsa, dejaban la bicicleta sin candado y nunca sentí miedo de andar en metro sola por la noche o de que las niñas jugaran en el parque sin mi permanente supervisión.
Mi marido no es «macho» y me encantó la idea de que lavara, fuera al supermercado y ayudara en la cocina. Cuando nacieron las niñas nunca tuvo problemas en cambiar pañales y aprendimos juntos a ser padres, siempre compartiendo todas las labores del hogar y la crianza. ¿Son así todos los alemanes? No sé si todos pero sí muchos de ellos. Es común ver a los padres peinando a sus hijas en las piscinas o con los peques en el supermercado.
Durante el tiempo que trabajé como consultora nunca sentí discriminación por ser mujer y me sorprendió cómo tomó mi jefe la noticia de que estaba embarazada. Tengo que admitir que sí tenía un poco de temor pero fue lo mas normal del mundo que me dieran tres años para volver a mi lugar de trabajo sin miedo a ser despedida. Como profesora de español o en mis cursos de computación, jamás me han faltado al respeto y ser hombre o mujer entre colegas no representa diferencia. Desgraciadamente no en todos los ámbitos laborales es así y en algunos la diferencia de sueldo o el acoso sexual sí existen.
Soy madre de dos mujercitas y doy gracias a Dios que han podido crecer sin tener que ponerse «shorts» abajo de la falda, ni cargar gas pimienta cuando andan en metro o autobús. Obviamente hay gente mala, niños groseros y peligro en las calles como en cualquier lugar del mundo. Pero no es tanto como para tener miedo de salir.
Hay pedófilos, violadores y gotas K.O. en las discotecas. Todas las chicas tienen que tomar sus precauciones, sobre todo en las ciudades grandes pero definitivamente las estadísticas de feminicidios no llegan a los niveles mexicanos. Recientemente leí que en el 2018 hubo 122 mujeres asesinadas en Alemania, una cada tres días.
Dos temas que desgraciadamente aquí están igual o incluso peor que en México es la violencia familiar y la prostitución. En cada ciudad de Alemania existe lo que se llama «Frauenhaus» que son centros de acogida para víctimas de violencia familiar y en estos días leí que faltan 14,000 plazas en todo el país. Sí, si existen hombres violentos que golpean a sus parejas o hijos, pero también existe apoyo para que puedan escapar de esas situaciones.
Y la prostitución? Uf! Es un tema tan aceptado que incluso en las carreteras rurales hay caravanas que funcionan como burdeles móviles. Se supone que las leyes evitan abusos, pero es bien sabido que hay cientos o miles de chicas extranjeras obligadas a trabajar en este oficio sin forma de liberarlas de sus «jefes». Incluso hay un movimiento para prohibir la prostitución pero lo veo muy difícil 😦
Así que parece que en ningún país del planeta la mujer cuenta con los mismos derechos del hombre, ni está libre de la violencia de género. Soy de la opinión de que hemos avanzado mucho en las últimas décadas, pero todavía falta mucho por hacer. Mis hijas tendrán la oportunidad de estudiar lo que quieran donde quieran a diferencia de mi abuela, pero espero que también reciban un sueldo justo, no sufran acoso ni discriminación en el trabajo, sus parejas las respeten y nunca tengan miedo de caminar solas en ningún país del mundo. Es trabajo de todos educar, protestar y exigir para que ésto suceda en cada rincón del planeta.
El sábado pasado hablaba con un alemán sobre la inseguridad en México y me preguntaba «¿Pero porqué ha empeorado la situación en tan poco tiempo?» y no supe qué responder. Son tantos factores y es tan triste pensar que hace 30 años vivía en mi país con la tranquilidad que vivo ahora aquí, que me puse a pensar cómo será en 30 años… la situación en Alemania será peor, la de México mejorará? Confío de todo corazón que la vida aquí y allá sea mejor, con paz, igualdad y armonía entre hombres y mujeres. Espero…
P.D. Esta entrada se publicó en martes y no en lunes como es costumbre para apoyar el Paro Nacional en México del 9 de marzo 2020 contra la violencia de género.