El diario personal de una mujer, mexicana, migrante y mamá que vive en Alemania… sus experiencias, sus anécdotas y sus opiniones!

Archivo para septiembre 24, 2018

Ay, qué calor!

Ha llegado la hora de despedir el verano 2018, un verano en particular muy caliente. Y es que este año he sentido el calor como nunca! Por un lado en Alemania se vivió uno de los veranos más calientes de su historia y por otro, me tocó sobrevivir, sí… SOBREvivir la canícula en mi ciudad natal: Monterrey!

El calor se vive de diferente forma en ambos países… en Monterrey se está acostumbrado a las temperaturas superiores a los 35 grados, mientras que en el norte de Alemania, ya con 30 la gente se está muriendo. Y es que no sólo se trata de estar acostumbrado o no, que obviamente en Alemania no es normal llegar a 35 grados, sino que los lugares están o no acondicionados para esas temperaturas.

En las últimas semanas escuché a más de una persona indignada de que los alemanes se sorprenden cuando un italiano, latino o español se queja del calor… Típico comentario: «Pero si tu vienes de un país caliente!». Y?

El hecho de ser originario de México, Italia o Colombia no significa que nos encanta sudar, o que amamos dormir sin ventilador ni aire acondicionado, o que en la oficina nos estemos asando como pollos también por falta de aire acondicionado. Aquí sufrimos igual que los alemanes las altas temperaturas porque ni las casas ni las oficinas tienen ni siquiera ventiladores, qué decir de aire acondicionado. Los ventiladores se agotaron en toda Alemania apenas empezando el verano. Si no estás en la playa tomando una margarita, el sol y el calor no son lo ideal en un día de trabajo.

No me gusta quejarme ni del calor ni del frío, pero he de confesar que en nuestras vacaciones en Monterrey que coincidieron malamente con la canícula (las semanas más calientes del año) no sólo me quejé sino que odié el calor de más de 40 grados. Qué cosa más espantosa! Sí, nací en Monterrey y viví ahí casi 30 años pero no lo había visitado en esta temporada en los últimos 16 años, así que tenía todo ese tiempo de no sentir calor de verdad.

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Ni el aire acondicionado, ni comer helado, ni ducharte tres veces al día te regresa la energía que el calor te quita. Apenas amanecía y ya me sentía cansada, sin ganas de salir ni hacer nada. Monterrey no tiene playa y aunque pasamos un par de días en un club deportivo con piscina, no pudimos disfrutar nuestra estancia al máximo porque con esas temperaturas no fue posible visitar ni hacer muchas cosas.

Regresamos a Alemania a principios de agosto y el calor continuaba… tuvimos un par de semanas con 30 grados que obviamente ni cosquillas me hicieron, pero que terminaron de arruinar los jardines, campos y cultivos. A duras penas sobrevivieron mis geranios y el resto de flores y plantas de ornato murieron achicharradas 😦

Septiembre llegó con lluvias y poco a poco el césped vuelve a tomar su color verde, pero los daños a la agricultura son irreversibles. Un verano muy caliente y sin lluvias que espero no se vuelva normalidad. Me gusta el calor, pero como dice la frase célebre: Nada con exceso, todo con medida.

Ahora a esperar que las hojas cambien de color y a prepararse en el otoño para recibir al invierno. Y así seguimos, cada año viendo como las estaciones no son tan predecibles y que el cambio climático rompe récords aquí y allá.

En fin, lo bailado nadie me lo quita y tanto en Monterrey como aquí pasamos unas vacaciones en familia, sin contratiempos y agarramos un color bronceado divino.  La próxima semana tenemos vacaciones de otoño y empezaremos con nuestro nuevo proyecto de remodelación! Pero eso se los cuento en otra ocasión! Hasta pronto!

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