Aprender a soltar
Hay que soltar, aprender a soltar… ese es mi mantra de los últimos meses. Con dos hijas pre- adolescentes (10 y 12) tengo que aprender a dejarlas crecer, ser independientes y madurar. Se dice fácil, pero no lo es.
El año pasado nuestra hija mayor fue por primera vez «de shopping» con su mejor amiga al centro de nuestra ciudad. También fue con sus compañeros de clase a la feria del pueblo donde hay puestos de comida y juegos mecánicos. Ambas experiencias fueron positivas y ahora la pequeña espera cumplir 11 años para poder ir sola de compras con sus amigas.
Poco a poco… hay que soltar! Desde que entraron a primaria las dejé ir solas a la escuela caminando como todos los niños del barrio, y al entrar a la secundaria se fueron desde el primer día en autobús. Raras veces las recojo en coche y ya saben que no soy taxi para que me insistan en hacerlo cuando salen temprano o está diluviando. Hay que soltar…
En las vacaciones de Pascua querían visitar a la hija de una amiga mía que vive en el norte de Alemania y por cuestiones prácticas, lo mejor era que viajaran en tren. Así que por primera vez viajaron solas de Hamburgo a Flensburg! No tuvieron que cambiar de trenes y el trayecto duró poco mas de dos horas. Sí, muy corto… pero para una mamá mexicana parecía una eternidad. La mayor estaba un poco más nerviosa, pero el mero día asumió su rol de hermana mayor y estaba bastante tranquila. Con dos maletas pequeñas y sus mascotas (ratones) en una caja de transporte, viajaron felices y sin contratiempos.
Hay que soltar! Hace unos días, las niñas (sí, pre- adolescentes) se quedaron solas en casa todo el día y les dejé unas pizzas congeladas que tenían que calentar en el horno. No es la primera vez que se quedan solas, pero normalmente es por la tarde o noche y sobreviven con pan tostado o alimentos fríos. Esta vez decidí soltar mi miedo y permitirles usar el horno eléctrico. Los riesgos son menores que con un horno de gas, y ellas se sintieron «grandes» calentando sus pizzas solitas.
No es fácil soltar siendo mexicana en Alemania… no soy de esas mamás que dejan a sus hijos hacer todo lo que quieren solo porque sus amigos lo hacen, pero tampoco quiero ser mamá de las únicas niñas que no tienen whatsapp, que no pueden quedarse a dormir con amiguitas o que no salen solas ni a la esquina. Lo difícil es encontrar el punto medio, como dice el refrán «ni muy muy, ni tan tan». Ni muy mamá mexicana, ni tan alemana 🙂
Así que sigo practicando el «soltar» con cuidado, despacito y consciente de que es un proceso que tengo que vivir como mamá migrante que vive entre dos culturas muy distintas. Veo, observo y analizo qué es lo mejor para mis hijas y voy soltando…
Espero hayan pasado un feliz día de las madres, el 10 de mayo en México y ayer domingo en Alemania. Como siempre, yo celebré doble! Porqué eso de ser mamá migrante también tiene sus ventajas 🙂