Desde pequeña me ha gustado coleccionar cosas y una de mis primeras colecciones fue la de calcomanías. Tenía un álbum lleno de ellas, las que olían al rascarse, con brillitos, en tercera dimensión, de mis personajes favoritos como Hello Kitty y Melody o de corazones, flores y notas musicales. También coleccionaba borradores de todos tamaños, olores y formas.
De joven empecé a coleccionar cositas que compraba cuando salía de viaje de trabajo o vacaciones. Empecé con imanes para el refrigerador, después continué con tazas, postales y «miniaturas» de los lugares que visitaba como la Torre Eiffel, Coliseo Romano o Chichen Itzá. En los últimos años he seguido con la de vasitos tequileros, especialmente del Hard Rock, sin dejar de comprar de vez en cuando una taza o «miniatura» para las vitrinas que poco a poco empiezan a quedar pequeñas con tantos «recuerditos».
Pero de la colección que les quiero contar hoy es una muy especial: la de vestidos típicos mexicanos. Cuando vivía en México jamás hubiera pensado en comprar un vestido típico, y creo que nunca me puse uno a excepción de los bailables del 16 de septiembre o festivales de la escuela primaria. Y de eso hace muuuuuchos años. En los últimos años que viví en Monterrey recuerdo haber asistido a diferentes fiestas de la independencia donde nos vestíamos de acuerdo a la ocasión, que significaba vestirse de verde, blanco y rojo o llevar un rebozo con la ropa normal.
Tenía que vivir en otro país para aprender a apreciar nuestros bellos trajes típicos, y mejor aún a llevarlos con orgullo en fiestas internacionales, desfiles o eventos culturales. No tengo tantos como quisiera, y si no fuera por mi mamá sólo tendría uno, pero está colección apenas esta empezando y confío en poco a poco tener muchos más.
El primero fue un «huipil yucateco», uno de los trajes que había visto más a menudo porque tengo familia en Mérida. Es un vestido blanco con bordados en azul, mi color favorito y lo vestí en el Festival Internacional de las culturas en Hamburgo por primera vez. Las niñas tenían blusas con bordados similares desde que eran bebés y así las vestía cuando íbamos a las fiestas mexicanas en Hamburgo.

Poco después, una buena amiga se mudó a México y me vendió el vestido de Jalisco que tenía para bailar en un grupo folclórico. Es uno de mis favoritos porque es el más llamativo: anaranjado y con una falda muy amplia que pesa media tonelada. Con este vestido he bailado «el son de la Negra» en diversos festivales y eso que no soy bailarina, pero el amor a México es más grande y ahí me tienen zapateando con un vestido que es difícil de manejar por la cantidad de tela y su peso.

Y porqué eso de bailar no es cosa sencilla, necesitaba los zapatos adecuados que mi mamá me buscó en Monterrey y que ahora complementan no solo el «ajuar» tapatío, sino el nuevoleonés y poblano (porque no tengo otros :). Son botines blancos de tacón medio. Y además, tengo la calzonera para cuando bailo 🙂

Como saben, soy de Nuevo León y no podía faltar el vestido correspondiente en mi colección. Se oye fácil pero obtener un vestido tradicional no es cosa sencilla y lo tengo gracias a una amiga de mi mamá, cuya hija lo tenía de un bailable de la secundaria. No es tan llamativo como el de Jalisco, pero es muy elegante y «europeo». Con este bailé una polca en la escuela de mis hijas para un festival sobre México, y ambas me acompañaron con sus respectivas faldas de grecas 🙂

Y por último, está el vestido de «china poblana» que mi mamá me consiguió en un viaje a Puebla. Este año llegaron las faldas de las niñas que no han tenido oportunidad de estrenar, pero que seguramente harán en la próxima misa con mariachi en verano. Como saben estos vestidos tienen una falda con un águila bordada en lentejuelas y una blusa blanca también con lentejuelas en el cuello.

Además de estos trajes típicos tengo blusas, rebozos, faldas y mil accesorios que me pongo en ocasiones menos especiales pero que me identifican como mexicana: ya sea en un desayuno, una clase o una plática sobre un tema cultural.
Qué cuál traje sigue? Pues el de Chiapas, uno de mis favoritos y que espero mi mamá me pueda conseguir pronto 🙂 Es colorido, elegante y hermoso y me haría muy feliz tenerlo en esta colección que atesoro. Quién lo diría? Que coleccionaría trajes típicos para ocasiones especiales donde con orgullo muestro lo hermoso de nuestro país.
También me gustaría tener el de Veracruz, Tamaulipas o Oaxaca 🙂
Y claro, mis hijas han aprendido a vestirse de «mexicanas» desde pequeñas y nunca les ha dado pena vestirse como yo. Me encanta cuando hacemos un trío de modelos y espero mi mamá siga consiguiendo vestidos para ellas, pues no pueden coleccionarlos porque siguen creciendo y siempre necesitan nuevos atuendos. Y a veces incluso formamos un cuarteto con mi mamá que tiene la bendita suerte de venir cuando es la misa con mariachi en Hamburgo. Este año también le tocará y seguro nos vestiremos muy guapas para la ocasión!
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Este año, si Dios quiere, también participaré como Catrina nuevoleonesa en el festival del día de muertos en Hamburgo. Y veremos si por aquí o por allá se dan otras oportunidades de ponerme estas «joyas» que forman parte de mi colección favorita.
Y para que no crean que sólo me visto de mexicana, tanto mis hijas como yo de vez en cuando nos disfrazamos de alemanas 🙂 con el tradicional «Dirndl». A qué también nos vemos guapas, no?
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