Como el agua y el aceite
Como saben nuestras hijas solo se llevan 18 meses de diferencia entre ellas y por muchos años parecía que tenía gemelas. La diferencia de tamaño era mínima y compartían gustos, hobbys e incluso amigas. Jugaban con los mismos juguetes, escuchaban la misma música y les gustaba vestirse iguales.
Pero desde el verano pasado, cuando la mayor terminó la primaria todo ha empezado a cambiar y aunque todavía comparten muchas cosas, poco a poco se van definiendo mejor sus personalidades y me doy cuenta que son como el agua y el aceite, a pesar de tener la misma educación y crianza.
Para empezar ya es raro que se vistan iguales y desde este año he dejado de comprarles ropa sin su consentimiento para evitar disgustos. Victoria, la mayor, es conservadora y podríamos resumir su estilo como «sweet» o tierno. Le gustan los tonos claros, su color favorito es el turquesa y el rosado todavía ocupa un lugar importante en su guardarropa. Lleva el pelo corto y prefiere algún broche pequeño o una diadema discreta para adornar su cabeza. En cambio la pequeña, Catalina, prefiere flores grandes y broches llamativos. Su color favorito es el morado y su estilo es mas bien «moderno». Colores fuertes, contrastes y el «animal print» no pueden faltar en sus outfits. Además, es muy coqueta y busca siempre un collar, pulseras o un bolso que combine al salir de casa.
A la hora de hablar de dinero no podrían ser mas diferentes. Victoria disfruta mucho el ir de compras y el dinero se evapora entre sus manos antes de que se dé cuenta. Sean su ahorros semanales o un regalo en efectivo, tiene que gastarse cuanto antes, aunque sea en un pequeño accesorio. Por el contrario su hermana Catalina es mucho mas ahorradora y no le gusta perder tiempo en tiendas de ropa. Ella prefiere guardar el dinero para cosas más grandes, tecnología o simplemente tener el dinero en su alcancía para lo que pueda antojarsele.
En general las dos comen de todo pero poco, por eso están tan delgaditas. Victoria es fan de los chocolates, entre más amargo mejor (como su abuela materna) y Catalina como yo no lo come nunca, ella prefiere las gomitas o chiclosos. Catalina podría comer ensalada todos los días y a toda hora, mientras que Victoria odia la lechuga. Ambas son frijoleras y serían felices con tortillas a diario. No son muy carnívoras pero dudo que algún día se conviertan en vegetarianas. De tomar, la mayor es feliz con agua mineral mientras la pequeña prefiere jugos o refrescos.
Como ya se los he comentado en otras entradas, Catalina es una «hacker» de nacimiento. La tecnología es parte de su vida y encuentra formas de descifrar passwords o desbloquear barreras para jugar, entrar a internet, etc. Ella sería feliz con una computadora, iPad o consola las 24 horas del día a su disposición. Por el contrario, a Victoria todo eso le llama poco la atención. Juega y usa la computadora pero a discreción y ni el whatsapp la ha obsesionado. Incluso pueden pasar días sin usar su teléfono móvil, tableta o jugar en el Wii y ella es feliz pintando y diseñando vestidos para sus muñecas.
En cuanto a hobbys, ya no comparten ninguno como lo hacían antes. Victoria va al ballet mientras que la pequeña toma clases de jazz. Mientras que la mayor dibuja o escribe en su diario, la menor compone canciones o coreografías para bailar. Lo único que tienen en común es ir a los «scouts» (niños exploradores) que ven más como obligación que como pasatiempo. Más de una vez han tratado de convencernos de que las saquemos, pero tanto mi marido como yo estamos convencidos de que les hace bien y seguirán ahí otro par de años. Tal vez algún día les termine gustando, jiji.
Y no es que alguna vez haya pensado que podrían tener los mismos gustos o ser iguales, pero no deja de sorprenderme la cantidad de cosas con las que uno nace y que independientemente de compartir educación, padres, cultura, tradiciones, y escuela nos hacen tan distintos unos de otros. Este tema ya me sorprendía al ver a mis dos hermanos, pero al llevarse 4 años de diferencia creí que era por la edad. Nuestras hijas se llevan sólo 18 meses y no podrían ser más distintas.
En fin, sólo quería escribir un poco de sus personalidades que poco a poco se van definiendo y que no cabe duda, se van complementando más y más, porque de eso estoy segura: siguen siendo las mejores amigas del mundo!