El diario personal de una mujer, mexicana, migrante y mamá que vive en Alemania… sus experiencias, sus anécdotas y sus opiniones!

Archivo para enero, 2016

Esos primeros años

Esta vez escribiré sobre esos primeros meses o años que un migrante vive en su nuevo país. Dos situaciones diferentes me inspiraron sobre este tema. Por un lado, el comentario de una amiga alemana en relación a la integración de migrantes o refugiados en Alemania y por otro lado, el hecho de que mi mejor amiga de Monterrey empieza en estos días una nueva vida en Nueva York.

Las personas que me conocen en Alemania hoy en día no pueden imaginar mis primeros años en este país y por el comentario que menciono (für Dich hat man sich doch auch interessiert als Du kamst? Warum nur nicht für diese neuen Menschen bei uns? ), pareciera que creen que fueron sencillos y muy diferentes a lo que experimentan los refugiados que están llegando actualmente a mi nueva patria. No, no puedo comparar mi situación con la de nadie más, primero que nada porque yo me vine por amor y con el gran apoyo de mi marido que es alemán. Pero ni el hecho de ser una persona sociable, con maestría, inglés casi perfecto y mucho entusiasmo hicieron mis primeros meses fáciles o gratos.

Recuerdo perfectamente mis primeros tres meses en un pequeño departamento en un pueblo, aunque los alemanes insistan en llamar «ciudad» en donde casi nadie hablaba inglés y donde no pude tomar ningún curso de alemán porque era periodo de vacaciones de verano. De no ser por mi marido, no hubiera salido ni a la esquina. Nadie más que él me acompaño al ginecólogo, al dentista, al supermercado y a todos los trámites burocráticos para mi registro, mi visa, mi cuenta bancaria y mi licencia de manejo. Nadie me invitó a un café ni a desayunar. Nadie me visitó en el hospital cuando me quitaron una piedra del riñón y tuve que quedarme una semana sola porque aquí nadie se queda a dormir con el paciente.

En mi primer curso de alemán hice amistad con dos rumanas, con quien de vez en cuando salía pero ellas ya eran mamás y nuestros horarios no coincidían. Me inscribí a un gimnasio, a clases de pintura y de fotografía con la esperanza de conocer gente y crear círculos de amistades. Todo sin éxito! Ni un café, ni una salida al cine, nada!

Justo un año después encontré trabajo en una empresa internacional y me dediqué a viajar por Europa. Amistad con colegas? No es lo usual, así que a excepción de un par de veces que fuimos a cenar, nunca conocí nada de su vida privada ni ellos se interesaron por la mía.

Al año y medio de haber llegado a Alemania, compramos nuestra actual casa en Stade, un pueblo (siiiii, ciudad) un poco mas civilizado que Vlotho. Ni despedida, ni cartas o correos con ex-vecinos, amigos o compañeros de curso. Ahora que lo pienso, pareciera que ese tiempo pasé desapercibida, como una persona que estaba ahí pero que no dejó huella.

Seguí viajando un año más lo que dificultó el contacto con los nuevos vecinos y cuando dejé de trabajar por el nacimiento de nuestra primogénita empezó otra etapa difícil parecida a la que viví al recién llegar. Aunque ya sabía un poco más de alemán, a nadie parecía importarle mi vida. Iba y venía sola con mi pequeña, me inscribí a un curso de mamás con recién nacidos y a un curso de natación para Victoria con el mismo resultado que el gimnasio y el curso de pintura. Saludos amables pero jamás una invitación a desayunar o merendar. Hasta dos años después, ya con la segunda niña y gracias a un «Krabbelgruppe» al que asistíamos una vez por semana, fue que empezaron a surgir los primeros contactos. Y todo porque yo organizaba regularmente reuniones en mi casa (cocktail´s partys).

Y no se trata de decir que los alemanes son cerrados o fríos. En lo personal no lo creo, sino más bien que como adulto es difícil entrar a círculos de amistad o amigos ya existentes y se requiere más tiempo para entrar en confianza. Aún en mi propio país, tardaría un tiempo en conocer gente si me mudara de ciudad. Y en mi caso particular en el que Thomas tampoco era originario de las ciudades donde vivimos, tampoco tuve oportunidad de integrarme a sus grupos de amigos porque no tenía 😦 Ni su familia vivía cerca, aunque algunos dicen que eso es más ventaja que desventaja 🙂

Al entrar la mayor al jardín de niños mi vida empezó a ser lo que ahora es, comencé a echar raíces y finalmente me convertí en parte de la sociedad local. Fue gracias a los contactos con otros padres de familia y a mi búsqueda de trabajo ya que poco a poco tenía tiempo libre para mí. Clases de español, reuniones en diferentes círculos y actividades familiares llenaron poco a poco mi agenda. Corría el año 2007, cinco años después de haber empezado mi vida de migrante.

Cada persona es diferente y se integra más o menos rápido que otras, la mía es solo una historia de millones que hay en este mundo y no hay dos historias iguales. Para mí, hay tres cosas que hicieron esos primeros años más llevaderos y que evitaron que «tirara la toalla» o me quisiera regresar a mi México lindo y querido:

– el amor y el apoyo incondicional de mi marido

– los viajes anuales a México de hasta 3 meses, casi siempre en invierno de los cuales volvía llena de energía

– las visitas de mis padres y algunas amigas

En dos palabras: amor y familia. Y el amor de pareja puede reemplazarse por amor al trabajo, a la aventura, al estudio, etc. dependiendo de las razones por las que uno emigre. Por ahí leí que «Emigrar es de valientes» y es cierto, no tanto por todo lo que se deja sino por esos primeros años que nos hacen dudar y preguntarnos si realmente fue una buena decisión.
Y por último, estas líneas se las dedico a mi amiga S. para su nueva etapa y que seguro le podrían servir a otros que recién empiezan su vida como mariposas migrantes:

– mantén tu buen humor, aún en días nublados, fríos o grises

– inscríbete al gimnasio local, a cursos de cosas que te gusten o incluso que no te gusten, pero donde puedas encontrar gente de tu edad y donde puedas distraerte

– sonríe a todos aunque no te devuelvan la sonrisa

-toca puertas una y otra vez. Si nadie te invita a su casa, invítalos tú… con suerte, después de un tiempo te invitaran a ti.

– siente siempre orgullo por tus raíces y nunca olvides a los tuyos. Ni el tiempo ni la distancia son excusas aceptables para perder contacto con los que te quieren.

– se vale llorar pero nada de depresión. Llora cuando extrañes a tu familia, tu comida, tu música pero no dejes que tu estado de ánimo se deprima.

– acostúmbrate al hecho de que te perderás bautizos, bodas y cientos de eventos importantes en tu país

– algunas veces te preguntarás «qué hago aquí?», pero no pierdas el tiempo buscando respuestas. Anímate y llena tu cabeza de pensamientos positivos.

– no hay dos países iguales en este planeta, así que hay que aceptar que las cosas son diferentes en tu nuevo hogar, ni mejores ni peores simplemente diferentes. Comparar, convertir a otra moneda o buscar productos que usabas antes no sirve de mucho y puede cansarte. Disfruta, experimenta y prueba las cosas como son ahora.

– adáptate a la vida local, cambia tus hábitos y aprende cómo hacen las cosas los locales. Si hay que separar la basura, respetar distintas leyes o seguir otras reglas, ni hablar!

– busca grupos de migrantes como tú, no importa si son chinos o australianos, están pasando por lo mismo y podrán comprenderte mejor

– si no hablas el idioma o dialecto local, apréndelo lo antes posible y bien, ahí está la llave de la integración

-cada mañana toma una cucharada de tolerancia, otra buena dosis de paciencia y un litro de actitud optimista.

-ama tu nuevo país sin dejar de amar el que te vio nacer. Renegar, comparar y quejarse es lo peor que puedes hacer y sólo amargará tu corazón.

Y finalmente termino con una frase inventada por mí: «Integrate que Dios te ayudará». Uno mismo tiene que buscar formas de integrarse en el nuevo país, y lo demás se irá dando solito. Hoy en día el mundo es mas tolerante y abierto, pero no puede integrarnos si nosotros no ponemos de nuestra parte.

Ánimo! Sí se puede!

P.D. Y aprovecho para mostrar mi respeto a aquellos que sobreviven en un nuevo país sin una «media naranja», eso para mí es todavía más difícil y admiro a los que logran sobrevivir solitos! 🙂

 

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Como el agua y el aceite

Como saben nuestras hijas solo se llevan 18 meses de diferencia entre ellas y por muchos años parecía que tenía gemelas. La diferencia de tamaño era mínima y compartían gustos, hobbys e incluso amigas. Jugaban con los mismos juguetes, escuchaban la misma música y les gustaba vestirse iguales.

Pero desde el verano pasado, cuando la mayor terminó la primaria todo ha empezado a cambiar y aunque todavía comparten muchas cosas, poco a poco se van definiendo mejor sus personalidades y me doy cuenta que son como el agua y el aceite, a pesar de tener la misma educación y crianza.

Para empezar ya es raro que se vistan iguales y desde este año he dejado de comprarles ropa sin su consentimiento para evitar disgustos. Victoria, la mayor, es conservadora y podríamos resumir su estilo como «sweet» o tierno. Le gustan los tonos claros, su color favorito es el turquesa y el rosado todavía ocupa un lugar importante en su guardarropa. Lleva el pelo corto y prefiere algún broche pequeño o una diadema discreta para adornar su cabeza. En cambio la pequeña, Catalina, prefiere flores grandes y broches llamativos. Su color favorito es el morado y su estilo es mas bien «moderno». Colores fuertes, contrastes y el «animal print» no pueden faltar en sus outfits. Además, es muy coqueta y busca siempre un collar, pulseras o un bolso que combine al salir de casa.

A la hora de hablar de dinero no podrían ser mas diferentes. Victoria disfruta mucho el ir de compras y el dinero se evapora entre sus manos antes de que se dé cuenta. Sean su ahorros semanales o un regalo en efectivo, tiene que gastarse cuanto antes, aunque sea en un pequeño accesorio. Por el contrario su hermana Catalina es mucho mas ahorradora y no le gusta perder tiempo en tiendas de ropa. Ella prefiere guardar el dinero para cosas más grandes, tecnología o simplemente tener el dinero en su alcancía para lo que pueda antojarsele.

En general las dos comen de todo pero poco, por eso están tan delgaditas. Victoria es fan de los chocolates, entre más amargo mejor (como su abuela materna) y Catalina como yo no lo come nunca, ella prefiere las gomitas o chiclosos. Catalina podría comer ensalada todos los días y a toda hora, mientras que Victoria odia la lechuga. Ambas son frijoleras y serían felices con tortillas a diario. No son muy carnívoras pero dudo que algún día se conviertan en vegetarianas. De tomar, la mayor es feliz con agua mineral mientras la pequeña prefiere jugos o refrescos.

Como ya se los he comentado en otras entradas, Catalina es una «hacker» de nacimiento. La tecnología es parte de su vida y encuentra formas de descifrar passwords o desbloquear barreras para jugar, entrar a internet, etc. Ella sería feliz con una computadora, iPad o consola las 24 horas del día a su disposición. Por el contrario, a Victoria todo eso le llama poco la atención. Juega y usa la computadora pero a discreción y ni el whatsapp la ha obsesionado. Incluso pueden pasar días sin usar su teléfono móvil, tableta o jugar en el Wii y ella es feliz pintando y diseñando vestidos para sus muñecas.

En cuanto a hobbys, ya no comparten ninguno como lo hacían antes. Victoria va al ballet mientras que la pequeña toma clases de jazz. Mientras que la mayor dibuja o escribe en su diario, la menor compone canciones o coreografías para bailar. Lo único que tienen en común es ir a los «scouts» (niños exploradores) que ven más como obligación que como pasatiempo. Más de una vez han tratado de convencernos de que las saquemos, pero tanto mi marido como yo estamos convencidos de que les hace bien y seguirán ahí otro par de años. Tal vez algún día les termine gustando, jiji.

Y no es que alguna vez haya pensado que podrían tener los mismos gustos o ser iguales, pero no deja de sorprenderme la cantidad de cosas con las que uno nace y que independientemente de compartir educación, padres, cultura, tradiciones, y escuela nos hacen tan distintos unos de otros. Este tema ya me sorprendía al ver a mis dos hermanos, pero al llevarse 4 años de diferencia creí que era por la edad. Nuestras hijas se llevan sólo 18 meses y no podrían ser más distintas.

En fin, sólo quería escribir un poco de sus personalidades que poco a poco se van definiendo y que no cabe duda, se van complementando más y más, porque de eso estoy segura: siguen siendo las mejores amigas del mundo!

 

 

Meta cumplida!

El año pasado tomé el curso de alemán avanzado B2 como se los comenté en una entrada del pasado febrero y para comprobar lo aprendido, el jueves pasado (parte escrita) y el viernes (parte oral) presenté la prueba del Instituto Goethe.

Los resultados tardarán tres o cuatro semanas en llegar, pero puedo decir «Misión cumplida» porqué mi propósito de estudiar y obtener un certificado se hicieron realidad. Qué tan buena o regular será la nota se los compartiré el próximo mes, pero puedo adelantarles que tendré mi certificado ya que sólo se requiere el 60% para conseguirlo y tan mal no me fue.

goethe

Ahora bien, estoy satisfecha? Para ser sincera no. Como decimos en México, pasaré el examen de «panzazo» y eso no era lo que yo quería. Las razones? Varias… entre ellas que el segundo semestre tuvimos un profesor no tan bueno como la del primer semestre, y no le dediqué el tiempo necesario porque mi motivación bajó demasiado. Además, me dí cuenta que eliminar vicios y malos hábitos gramaticales es mucho más difícil de lo que creía.

Así que aprovechando que empieza el año 2106, agregaré dos propósitos más a mi lista:

  • seguir estudiando para tratar de corregir esos vicios gramaticales
  • perder el miedo a escribir. Una de mis metas de tomar el curso B2 era mejorar mis habilidades escritas en alemán, pero no la logré. Así que a partir de la próxima semana, todos los días escribiré un pequeño texto que mi marido tendrá que corregir.

Curiosamente, la necesidad hizo que perdiera el miedo a hablar cuano apenas tenía un par de años aquí y todos dicen que hablo mucho, pero si me tuvieran que corregir la gramática no podría hablar tres palabras seguidas sin una interrupción y no estoy exagerando. Al hablar las terminaciones se disimulan y si la otra persona se concentra en el mensaje a comunicar, no puede detenerse a analizar cada palabra que se escucha.

A la hora de escribir y leer, es imposible disimular los errores y peor aún, al quedar escritos se notan mucho más. Así que me he acostumbrado a que mi marido escriba las cartas oficiales y siempre ha corregido cada uno de mis correos electrónicos a colegas. Ya va siendo hora (después de tantos años) de que me ponga las pilas.

Es mucho más difícil de lo que imaginaba y me va a costar muchísimo tiempo y dedicación, pero quiero eliminar esos vicios y horrores lo antes posible y de una vez por todas ser capaz de escribir una carta como Dios manda.

Nunca pensé arrepentirme de no haber estudiado alemán en un principio, pues haber tomado la oportunidad de un empleo bien pagado aunque fuera en inglés parecía maravillosa. Ahora me doy cuenta que debí haberme concentrado más en aprender el idioma, porque corregir lo «mal aprendido» es mucho más difícil.

Pero como bien dicen, el «hubiera» no existe y no sirve de nada llorar ni arrepentirse. No queda más que enderezar el camino y aunque tarde, dedicar tiempo a este idioma que no quiero llegar a odiar y que es parte de mi vida cotidiana quiera o no.

Lo dejo por escrito para que a finales de este año pueda comprobar si cumplí o no mis propósitos y por otra parte, he convencido a mi esposo de que aunque tarde, corrija cada uno de mis artículos, declinaciones y malas conjugaciones al hablar. Es estresante pero necesario. Sin su apoyo, no podré lograr mi meta y tenemos que ser p a c i e n t e s!

Así que a seguir cumpliendo metas, que esto de aprender un idioma parece nunca acabarse! Y si a alguien le sirve el consejo, aprendan el idioma bien y recién llegando a este país, porque como pueden ver eso de «aprender de oído» ayuda a sobrevivir, pero no es lo ideal.

 

¿Un huevito?

Hace unos días la página de DW (Deutsche Welle) en español publicó una fotogalería con 10 cosas que no deben faltar en un hogar alemán que me inspiró a ampliar un poco la primera de ellas.

«La parafernalia en torno al huevo. El desayuno alemán ideal incluye un huevo tibio para el desayuno. De ahí que en el hogar alemán no pueda faltar la parafernalia para consumirlo: una copita para sostenerlo, un mini-salero para aderezarlo y una cucharita para comerlo. De hecho, existe un dispositivo para romper la cáscara del huevo que se llama Eierschalensollbruchstellenverursacher.»

Exacto, la parafernalia que incluye una serie de elementos que he tenido que comprar poco a poco para que nuestro desayuno sea casi perfecto. Cabe aclarar que no comemos huevo tibio todos los días, pero los sábados y domingos no pueden faltar. Mi marido y nuestra hija menor lo toman tibio, mientras que la mayor y yo lo preferimos duro. Pero no azul, como dice mi marido que se sirve en México y que se refiere a «super cocido» en el que la yema se vuelve grisácea.

Para empezar tenemos el proceso de cocción de huevos, que puede ser en una olla normal o en una «cocedora de huevos» que incluye el lugar para cada huevo y una taza medidora, en donde se mide el agua dependiendo del número de huevos y de qué tan cocidos se deseen. Durante un tiempo tuve una de esas «novedades», pero la verdad es que volvimos a la ollita normal porque eso de sacar aparatejos especiales para cada cosa es demasiado… eso sin contar el espacio que requiere para guardarse.

cocedora

Cocedora de huevos

En caso de usar una olla normal, se tiene un «picahuevos» que muestro a continuación y que sirve para hacer un hoyito en el huevo de tal forma que al meterlo en agua hirviendo no explote.

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Picahuevos

Una vez en el agua, se pone la alarma de la estufa para avisar el momento exacto de sacarlos: 6 minutos para los huevos tibios, 9 para los duros. Hay que meterlos inmediatamente en agua fría para «asustarlos» y que la cáscara se desprenda fácilmente.

Y ahora, viene la parte de servirlos. Cada huevito se pone en su vasito correspondiente que puede variar de color, forma y diseño. Aquí les muestro los que tenemos en casa:

Para que no se enfríen demasiado, pueden taparse con sus respectivos «gorritos» que también se encuentran en el mercado de todos tipos, formas y colores.

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Se colocan en la mesa en el lugar de cada persona, y a un ladito se coloca un salerito para no andar pasando el salero normal de uno a otro durante todo el desayuno.

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Y por supuesto no pueden faltar las cucharas correspondientes que son más pequeñas que las cucharas de té, y que pueden ser de metal o plástico.

Por último viene la hora de comerlo. Pero obviamente no se le quita toda la cáscara como normalmente hacemos en México cuando comemos un huevo duro, sino que se quita sólo la parte de arriba y se come con cucharita dejando el resto de la cáscara vacía.

huevo

Y es para eso que han inventado el «Eierschalensollbruchstellenverursacher» o lo que llamamos en casa el «quiebrahuevos». Es una cosa que tiene un peso que se deja caer sobre el huevo y que facilita el desprendimiento de la cáscara de la parte superior.

 

Me entendieron? Pues espero que sí, y si no, aquí lo pueden ver en acción:

 

Así que qué creían? Qué comer un huevito era cosa sencilla? Ahora ya conocen una de las tradiciones del desayuno alemán. Y por supuesto en cualquier hotel o restaurante encontrarán huevos cocidos en el menú o en el buffet, y no podrá faltar toda la parafernalia correspondiente 🙂

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Propósitos y deseos 

El 2015 se fue en un abrir y cerrar de ojos! Un año que empezamos en México con muchas expectativas por el cambio de escuela de nuestra hija mayor y con la ilusión de cambiar un poco la imagen de este blog.

¿Qué pasó este año?

nació Mariposa Migrante como blog y con logo nuevo

– vacacionamos en Italia y el sur de Alemania

– remodelamos nuestra cocina (para Navidad llegó el horno que hizo De mi pequeña cocina el lugar perfecto!)

– nuestra hija mayor entró a secundaria

– el coche de Tom murió y tuvo que ser reemplazado

– nació un sobrino nuevo y dos más vienen en camino

 

Para el 2016 ya hay algunos planes, como por ejemplo:

– nuestra hija menor entrará a secundaria (repetición de lo que vivimos este año: inscripción, despedida de primaria, sacar credencial de autobús, comprar nueva mochila, etc…)

– mis papás nos visitarán en otoño, si Dios quiere

– queremos vacacionar en alguna playa europea, pero todavía no tenemos destino definido

Veremos qué tal empieza y seguro que habrá aventuras, decisiones importantes, pequeños proyectos, visitas, viajes, sorpresas, desafíos y metas por cumplir como cada año. Algunas cosas se pueden planear, otras sólo se reciben y se aceptan como vienen. Así que no pueden faltar las listas de propósitos y deseos para poder reflexionar al final del año lo que se logró y lo que no.

 

Mis propósitos son:

– hacer ejercicio (no digo que a diario, pero mínimo más que lo que hago ahora 🙂

– publicar mínimo dos entradas por mes en este blog

– calmar mi temperamento, especialmente con nuestras hijas (eso de convertirme en engendro de pantera se está volviendo costumbre y no me gusta nada)

– asistir al día de muertos en Hamburgo después de 3 años de quedarme con las ganas

– estudiar alemán para perfeccionarlo

 

Y mis deseos son:

– llegar a 500 seguidores en la página de facebook

– pasar la prueba de alemán B2 con buena nota (el examen es el 13 de enero 🙂

y otros deseos más generales pero igual de importantes:
– paz en el mundo

– salud

– trabajo

– unión familiar

– buenas amistades

– y lo mejor para cada uno de mis lectores 😉

 

¡FELIZ AÑO 2016!

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