Hace un par de semanas participé en un «workshop» de piñatas con algunas familias de nuestra parroquia. La idea no fue mía, sino de otra persona que también forma parte del comité de actividades familiares y que había asistido a un curso que dí hace algunos años. Acepté la propuesta y elegimos dos fechas para elaborarlas. La primera sesión para escoger el diseño o forma y empapelar el globo o caja, y como el clima aquí es muy húmedo y toma su tiempo secarse, la segunda sesión la planeamos para tres semanas después: casualmente el 1 de Noviembre, día de todos los santos.
Como en muchas de las actividades de la iglesia, no hubo mucha resonancia y sólo llegaron dos mamás con sus pequeñitos. Para poder mostrar el proceso, yo misma inflé un globo enorme y empecé a empapelarlo con trozos de periódico y pegamento para tapizar (Tapetenkleister). Aún sin saber muy bien que forma tendría, ayudé a los demás a terminar sus proyectos: pescados, flores, calabaza y manzana, y por lo mismo tuve que terminar la mía en casa esa misma noche. Y justo en ese momento llegó la inspiración: sería una calaverita de azúcar!
Previendo que en la segunda reunión tampoco tendría tiempo de terminar mi piñata, seguí trabajando en casa. Gracias a un video de youtube, aprendí como darle forma a la mandíbula.
Cuatro días después cuando estaba bien seca y dura, dibujé con lápiz los detalles de la calavera tomando algunas ideas de internet.
Una vez terminado el diseño en lápiz, recalqué líneas y dibujos con un marcador negro.
Para después colorearla con diferentes marcadores.
Por último, mis hijas me ayudaron a hacer flores de papel crepé que pegué con silicón en la calavera.
Y lista! Viendo el resultado final, me quedó claro que esta piñata no se romperá como lo marca la tradición, sino que será usada como decoración en mis cursos o eventos mexicanos. Aunque en la foto se ve pequeña, mide más de 70 cms de largo 🙂 y seguro adornará de maravilla cualquier salón.
Gracias por tus comentarios.