Sembrando una semilla…
Hace 10 años decidí sembrar una semilla y hoy puedo decir que a pesar de dificultades y problemas, veo sus primeros frutos. Me refiero a la semilla llamada «lengua materna», que en mi caso es el español.
Vivo en Alemania desde hace 12 años y dos años después, cuando me enteré de mi primer embarazo no titubeé en decirle a mi marido que en la casa hablaríamos dos idiomas con nuestros hijos. En aquél entonces no había Facebook ni los miles de blogs que existen ahora. No había tantas fuentes de información que me orientaran sobre qué hacer ni cómo hacerlo. Mi única inspiración fue una amiga mexicana que vivía en Berlín en aquellos años y que tenía dos niños en edad preescolar.
Nunca voy a olvidar su consejo: «Tienes que hablarles SOLO en español, y cuando haya visitas o amiguitos te sigues dirigiendo siempre a ellos en español y le traduces a la visita». En pocas palabras, mis futuros hijos debían sólo escuchar español de mi boca cuando les hablara a ellos. En aquella visita, yo todavía no sabía siquiera si tendría hijos, pero me grabé ese consejo en el corazón y decidí aplicarlo cuando llegara el momento.
Y llegó el día de aplicarlo! En los primeros años del bebé es fácil hablarle en español porque no hay mucha interacción con otras personas. Le cantas en español, juegas con sus manitas y le lees cuentos. Sus primeras palabras son obviamente en español y crees que ya tienes la batalla ganada. Mamá, pan, galleta, pelota, pato, flor… después los verbos: tengo hambre, quiero hacer pipí, no fui yo.
Pero nadie dijo que esta tarea es fácil y empiezan los problemas cuando el niño entra al jardín de niños. Ahí las canciones, los juegos y los libros son en alemán, por lo que rápidamente empiezan a comunicarse en ese idioma. En mi caso, nuestras hijas se llevan sólo año y medio y aunque al principio hablaban en español entre ellas, eso cambió tan pronto entró la segunda al kinder.
Quién me conoce en persona sabe que soy una mamá muy estricta, así que no tardé en adoptar esa frase de «No te entiendo, habláme en español» cuando mis hijas empezaban a contarme alguna cosa en alemán. Cuál fue la respuesta de mi hija mayor? «Ah bueno, entonces le cuento a mi hermanita, ella si me entiende!». Mmmm, estrategia fallida!
Además, empiezan a verte raro cuando hablas en español con tus hijos tanto en el supermercado como en el pediatra y oyes comentarios a tus espaldas de «estos migrantes», «vivimos en Alemania», «cómo se quieren integrar». Otros te lo dicen a la cara «no van a aprender bien el alemán», «se van a tardar en hablar bien», «para qué los estresas y los revuelves».
Exacto! Para qué tanto estrés? Para qué nadar contra la corriente? Porqué no tirar la toalla y hacer como muchos: hablarles en alemán, total, vivimos en Alemania! Difícil? Sí, pero aquí mis razones para seguir regando mi semillita:
– no me parecía justo hablar en un idioma lleno de errores, mala entonación y con «acento extranjero» a mis hijas.
– soy la única persona que puede enseñarles otro idioma «perfectamente» porque aquí no hay kinder internacional ni escuela bilingüe
– de no enseñarles español, estaría cerrando de forma definitiva el vínculo con su familia materna (abuelos, tíos, primos)
– el aprender otro idioma de niño es mucho más fácil que de adulto (100% comprobado)
– es imposible transmitir tradiciones, costumbres y amor de un país en un idioma extranjero. Cómo hablar de pirámides aztecas, piñatas, tortillas y posadas en alemán? Cómo rezar a la Guadalupana en otro idioma que no sea el español?
– en un futuro, el español les abrirá muchas puertas en su vida profesional o personal
Muchas veces me he preguntado cuál es la lengua materna de mis hijas y apenas hace unas semanas descubrí en mi clase de alemán la definición de dicho concepto: «lengua adquirida de forma natural, es decir, mediante la interacción con el entorno inmediato, sin intervención pedagógica y con una actividad mínima, o sin ella, de reflexión lingüística consciente.» En pocas palabras es el idioma que se aprende de forma innata, sin reglas gramaticales ni necesidad de traducciones. Así que mis hijas tienen dos lenguas maternas: el español y el alemán. Y es curioso ver cuando corrigen a mi marido cuando conjuga mal un verbo o inventa una palabra. Las niñas saben que está mal, lo dicen bien y no saben ni porqué.
No voy a decir qué es fácil porque no lo es. Requiere paciencia, muuucha disciplina y «valemadrismo» al escuchar argumentos en contra. Conozco muchos migrantes (no sólo latinos) en Alemania, y creo que menos del 10% ha sembrado esa semilla en sus hijos. Más de los que imaginan se dan por vencidos e incluso he escuchado comentarios de las propias mamás extranjeras que dicen «si quieren, que lo aprendan de grandes», «con los abuelos como quiera ni hablan», «no tiene caso porque ni les gusta». En fin, cada familia decide y respeto a quién no lo hace. Pero de verdad que son muchas las ventajas y al ver cómo se comunican cuando vamos de vacaciones a México y cómo se sienten orgullosas al hablar otro idioma y ser biculturales, VALE LA PENA el esfuerzo.
Mis hijas me contestan en alemán casi siempre, pero yo sigo hablando sólo en español con ellas. Leen, ven películas y oyen música en español y ahora se escriben con sus familiares mexicanos o hablan por Skype más a menudo. En nuestro reciente viaje a México, me dí cuenta que aunque con acento, pueden comunicarse sin problema y eso me inspira a seguir regando mi semillita sin temor ni dudas. Los frutos ya se pueden saborear 😉
Aquí les dejo este vídeo que me sacó más de una lágrima y me inspiró a escribir esta entrada:
A seguir regando nuestra semillita porque los frutos son maravillosos! No se van a arrepentir 😉
P.D. Cabe aclarar que como mamás TENEMOS que aprender el idioma local, el hecho de hablar con nuestros hijos en nuestro idioma no significa que no debamos aprender el idioma de nuestro entorno, que definitivamente facilitará nuestro proceso de adaptación e integración.