Hace unos años (junio 2009) escribía sobre los 5 minutos mas placenteros de mi día que consistían en el tiempo que me acostaba con mis hijas mientras conciliaban el sueño. Con el tiempo, esta rutina fue desapareciendo y ahora ellas se acuestan solitas y despues de leer y rezar, apagan la luz y en pocos minutos se quedan dormidas sin necesidad de que yo esté presente siquiera.

Lo curioso es cuándo tengo que irme al trabajo justo después de que ellas se van a la escuela y tengo que poner mi despertador un poco más temprano para alcanzar a bañarme antes de empezar con el ritual de mis hijas. Sólo un par de veces pudimos escapar de esos 4 minutos de «abrazos y besos», porque mi hija menor se resistía a bajar a desayunar si no me volvía a acostar (aún con el pelo mojado) con ella un par de minutos.
Y entonces, esos días que tengo que despertarme más temprano tengo que calcular que los 4 minutos deben ser respetados y no andar con prisas saltandome esa parte tan importante de la mañana. Al igual que aquellos 5 minutos que durante algunos meses disfruté al acostar a mis hijas, no sé cuanto durará esta nueva costumbre, pero estoy segura de que lo disfrutaré mientras dure. Es una de esas cosas que quisiera mantener siempre en mi mente y nunca nunca olvidar!
Debo aclarar que mi marido casi nunca está a esa hora entre semana en casa, así que es un ritual sólo entre mis hijas y yo 😉 El fin de semana también se vienen a nuestra cama, pero antes de que pasen 5 minutos, ya quieren prender la televisión para ver sus caricaturas favoritas.
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PD. Porque no he encontrado una traducción exacta para la palabra «kuscheln», que sería algo como acurrucarse hemos empezado a decir una nueva palabra : kuschelnear, jaja! Y así estos 4 minutos, son tiempo de kuscheln 🙂
Gracias por tus comentarios.