El diario personal de una mujer, mexicana, migrante y mamá que vive en Alemania… sus experiencias, sus anécdotas y sus opiniones!

Archivo para agosto, 2013

Diferencias

Es obvio que entre todos los países del mundo hay diferencias, sean éstas culinarias, culturales, sociales o simplemente climáticas. En los 6 años que llevo escribiendo este blog he ocupado más de una entrada para hablar de diferencias entre México y Alemania. La lista es larga y de todo tipo.

Claro está que todas las diferencias son identificadas y descritas por una mexicana de 30 años que llegó a Alemania recién casada, lo cual le da cierta objetividad y punto de vista de un lado de la moneda. En nuestro reciente viaje a México, mis hijas que ya no son simples observadoras sino que preguntan y opinan el porqué de las cosas y mi marido, un alemán que no conocía el sur de mi país identificaron varias diferencias que aunque yo conocía no habría considerado de no ser por ellos.
Aquí les dejo algunas de ellas. Unas ya las había escrito por aquí o por allá, pero otras son nuevas y originales:

Semáforos en la calle de enfrente. 
Curioso, no? Nunca había pensado en donde estan colocados los semáforos en México o en Alemania de no ser por mis hijas que en varios cruces al voltear a la izquierda decían: ‘pero está en rojo!’ Y es que conducíamos por debajo del semáforo de la calle a donde volteábamos. En Alemania los semáforos están en la esquina derecha antes de cruzar y nunca pasamos por debajo de semáforos en rojo. No sé si me expliqué lo suficiente pero de verdad que nunca había pensado en ese tipo de detalles de tránsito.
Carritos en el supermercado.
En la mayoría de los supermercados alemanes tienen los carritos a la entrada encadenados uno a otro y es necesario meter una moneda o token para poder hacer uso de ellos. Obviamente al final de tus compras es necesario llevar el carrito a la entrada para recuperar tu moneda. Así se evita que los carritos queden regados por todo el estacionamiento como sucede en México. Mi marido se enojaba por encontrar carritos estorbando en lugares de estacionamiento pero lo que más les llamaba la atención a mis hijas era ver un niño o adulto mayor recogiendo los carritos a lo largo y ancho del estacionamiento, fuera con el solazo de 35 grados o con lluvia. Me decían, pero porque la gente no los regresa a la entrada y así esa viejita no tendría que andar arrastrando los carritos a la entrada? Mmmm, preguntas complicadas… Y soluciones tan simples 😦
Semáforo no pasa por el amarillo.
En Alemania el semáforo cambia de verde a amarillo y de amarillo a rojo como en todo el mundo. Pero además cambia de rojo a amarillo por unos segundos antes de cambiar a verde. Casi casi para preparar motores y que no te quedes en la luna cuando cambia a verde. Este detalle también lo notaron mis hijas en los semáforos mexicanos: pasan directamente de rojo a verde sin pasar por el amarillo.
Niños en la calle a altas horas de la noche.
Un par de noches dejamos a las niñas con mis papás y Tom y yo nos fuimos a turistear al centro de Playa del Carmen, a la famosa 5ta Avenida. Bares y restaurantes con música en vivo, tiendas abiertas hasta la media noche y la avenida a reventar de turistas y locales. Pero no sólo jóvenes y adultos caminan a media noche por ahí, sino también niños! Y mi marido diciéndome cada vez que veía a uno: ‘debería estar durmiendo!’. Ya me había desacostumbrado a ver niños de noche en la calle, en Alemania eso es rarísimo. Los niños no salen de noche y hasta en los restaurantes es inusual ver niños después de las 9 de la noche. A las 12, casi imposible! Y en México, andaban como si nada, no sólo con sus papás de vacaciones, sino que vimos casos más tristes donde los niños andan vendiendo chicles, pulseras o souvenirs sólo acompañados de un herman@ adolescente.
En uno u otro caso, mi marido sólo volteaba los ojos al revés. Y creo que en eso ya me volví alemana porque tampoco estoy de acuerdo en traer niños pequeños en la calle a media noche. Todo tiene su tiempo y su edad, y definitivamente los niños deben dormir sus horas aún en las vacaciones, talvez no acostarlos a las 7 como en Alemania pero tampoco a media noche 😉
Bicicletas sin luces.
Rentamos un coche para todas las vacaciones, así que andábamos a todas horas por carreteras o calles transitadas y lo que más coraje le daba a mi marido era encontrar gente en bicicleta por la noche y sin luces! Eso ya lo había visto en Mazatlán hace muchos años pero yo todavía no vivía en Alemania y creí que exageraba cuando decía que en Alemania toooooodos deben traer luces. Mmm, ahora que vivo aquí lo he constatado y es una pena ver lo inseguro que manejan en México. 
Gente mayor empacando en el súper.
Ya lo dije antes, eso de ver ancianitos de empacadores causó un shock en mi marido y mis hijas. Yo ya lo había visto en Monterrey en Pascua. Que sean niños tampoco me agrada, pero ver viejitos me desagrada aún más. En Alemania es triste ver a la gente de la tercera edad en asilos o solitos paseando el perro, pero jamás se les verá de empacadores, primero porque ese trabajo no existe (aquí cada quien empaca lo suyo) y segundo porque un anciano debiera gozar de su pensión y no seguir trabajando como burro. Ya lo sé, allá las pensiones son mínimas pero aún así no me gusta verlos empacando cosas por una propina.
Gente pobre.
Gente pidiendo afuera de las iglesias, en las esquinas o en la calle llamó la atención de mis hijas que no habían visto eso antes. En Alemania en las ciudades grandes sí hay, pero no muchos. Además pasamos por muchos pueblitos que viven en pobreza extrema y allí supieron lo que es ser verdaderamente pobre.
Tanques de gas.
En el departamento donde nos hospedamos en Playa del Carmen tuvieron que ir un día a cambiar el tanque de gas: uno vacío por uno lleno. Mi marido no podía creer que en apartamentos nuevos todavía exista ese sistema. 
Aire acondicionado en todas partes. 
Clima en el carro, en el apartamento, en las plazas comerciales y en todas partes. No estamos acostumbrados y no nos acostumbramos en casi un mes al aire frío para dormir. Aún en el hotel de 5 estrellas donde nos quedamos 3 noches, lo apagamos para dormir. Claro está al día siguiente siempre estaba helando cuando llegábamos de la alberca. Brrrrr!  Siempre he sido friolenta y creí que yo era la única que dormía sin clima, pero mi marido y mis hijas también pedían sólo el ventilador y les bastaba para dormir bien.
Perros vagabundos. 
Perros, perritos y perrones en todas partes… Solos merodeando por las calles de ciudades y pueblos. Mis hijas que les gustan los animales creían al principio que estaban perdidos y querían acariciarlos. Obviamente tuve que explicarles que no tenían dueño ni vacunas y que podrían ser peligrosos. Acá es raro ver un perro solo en la calle, se da más de gatos pero todos tienen dueños que los alimentan, cuidan y vacunan.
Basura no se separa en casa.
Las niñas están acostumbradas a separar la basura no sólo en casa sino también en la escuela, así que les llamó la atención que en México todo se tire en un solo bote de basura. Incluso el vidrio o papel que es reciclable… Todo al mismo contenedor. Sólo en algunos parques ecológicos y aeropuertos nos tocó ver botes separados.
Paquetes de huevos con 30!
En el supermercado mi hija mayor no podía creer lo que estaba viendo: un paquete con 30 huevos! Aquí las cajas solo tienen 6 o 10 huevos y ver uno tan grande le sorprendió muchísimo. En ese momento recibió una pequeña clase de demografía y de la familia pequeña y extragrande.
Todo con limón hasta chapulines!
Limón para la sopa, para las papitas, para los tacos, para el ceviche y para casi todo. En la feria del pueblo compramos una bolsita con chapulines para probarlos y obvio, no podía faltar su medio limón. Ni mi marido ni mis hijas se acostumbran a ese fiel acompañante de la comida mexicana.
Servicio en las gasolineras
Cuando llegué a Alemania, odiaba bajarme en la gasolinera a poner yo misma la gasolina y pasar a pagar a la recepción, pero como con todo, uno se acostumbra. Ahora me daba risa mi marido dando instrucciones en México al chico en la gasolinera, siempre lleno y siempre la misma pregunta: ‘asi o más’. Y mi marido histérico respondiendo ‘lleno es lleno, no?’. Tuve que explicarle que la gente redondea el monto para no pagar 324 pesos, sino 300 o 350. Creo que todavía no entiende porque preguntan cuando tú dices que quieres el tanque lleno. 
Anuncios sin sentido en carreteras
Desde nuestro primer viaje por carretera mi marido se sorprendió de mensajes como ‘No deje piedras en el pavimento’, ‘No tire basura’, y otros tanto que no recuerdo. Ahora en el sur nos volvimos a topar los mismos letreros, además de muchas señales sin sentido o puestas en lugares que no corresponden. En nuestro último día volteamos a Cancún Centro en lugar de Zona Hotelera y ya se nos hacía que perdíamos el avión porque no había retorno ni forma de tomar el otro camino, así que como en las películas de acción, mi marido se pasó de un carril a otro atravesando monte porque no se veía retorno a la vista.
Además, algo que me sorprende es la distancia entre gasolineras en la carretera. Llega a haber 100 kms sin gasolinera, cosa que en Alemania es casi imposible encontrar. Cuando salíamos a carretera me daba pánico que pasara algo con el carro porque no hay taller ni vivienda donde pedir ayuda. Gracias a Dios no pasó nada.
Baños
Los baños siempre han sido una odisea en otros países y en la misma Alemania. Los que se bajan solos, los que tienen una palanca así o asado, los que tienen que pagarse en una maquinita o a una persona, etc. En México lo que llamaba la atención a mis hijas era que los papeles había que tirarlos en un bote de basura y no en la taza de baño, se acostumbraron tan bien que cuando llegamos a casa Victoria seguía tirando el papel en el bote hasta que le recordé que aquí no se tapan los baños con el papel sanitario en la taza.
Fueron unas vacaciones muy interesantes, divertidas y sobretodo muy enriquecedoras porque de todas las diferencias se aprende algo y uno se vuelve más sensible a que aunque diferentes, no se es mejor o peor… Simplemente diferente. Viva la diversidad!!!
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Faltó el invitado especial

Siempre he soñado con una fiesta de verano para mi hija menor que tiene cumpleaños en julio como yo. Para mi hija mayor que nació en enero es imposible pensar en una fiesta afuera con el conocido invierno aleman.

Asi que cada año anhelo un dia soleado para que las niñas puedan jugar con agua, chapotear en la pequeña piscina y tirar bombas de agua, pero hasta ahora siempre ha llovido o no ha hecho suficiente calor para cumplir mi sueño.
Este año, Caty y yo celebramos nuestros cumpleaños en México, así que tuvimos que posponer nuestras fiestas con los alemanes. Normalmente Agosto es más cálido que julio así que elegimos el tema de verano para la fiesta.
Las invitaciones fueron en forma de paleta de hielo en diferentes colores vivos, la piñata en forma de helado con 3 bolas de colores y el pastel con una playa y una Polly Pocket tomando el sol. Compré conos, nieve de diferentes sabores y paletas de hielo. La comida incluiría salchichas y pollo asado, quesadillas y verduras con dip «ranch» (uno de los hits en cada fiesta o reunión hecha en la casa).
Todo estaba listo! La alberquita con agua limpia, 100 bombas de agua y juegos que incluirían cubetas, agua y mucha diversión.
El dia anterior llegamos a 26 grados y aunque el pronóstico marcaba lluvia para el día esperado, no quería  perder las esperanzas de una fiesta de verano.
Pero una vez más, el invitado principal no se presentó! Ni siquiera 5 minutos! Y en su lugar mandó a la queridísima lluvia que estuvo presente casi toda la mañana hasta pasada mediodía. Tuve que improvisar juegos adentro, hacer una manualidad (collares de hawaiana) y bailar sin parar. La piñata se rompió en la cochera porque el zacate estaba empapado en el jardín y no dejaba de llover ni 15 minutos.

Las niñas se divirtieron de todas formas pero preguntaban cada 5 minutos si podían ponerse su traje de baño y salir a la lluvia. Pero con escasos 20 grados no quise exponer a nadie a un resfriado. Al final cuando llegaron los padres a recoger a sus hijas, preguntaron por las bombas de agua y con la condición de tirarlas a los pies, jugaron a las guerritas antes de irse a casa.

Asi que una vez más faltó el sol y su calor… Habrá que esperar todo un año para ver si se digna presentar a la próxima fiesta. Pero ya está decidido, esta vez fue la última piñata y la próxima vez las llevaré a la piscina pública a festejar. No quiero que el queridísimo sol me vuelva a dejar vestida y alborotada! He dicho!

La blanca Mérida

Uno de los destinos importantes a visitar en nuestro reciente viaje a México era Mérida, la capital yucateca. Conozco esa hermosa ciudad desde pequeña porque allí vive una hermana de mi mamá con su marido yucateco 🙂

Siempre me ha gustado esa ciudad, no sé… tiene algo mágico que te enamora y simplemente te hace regresar. Durante mis años de consultora, tuve la fortuna de tener un proyecto en Mérida y creo que fue la última vez que visité la ciudad… hasta ahora.
Más de 15 años desde mi última visita, y la ciudad sigue siendo mágica y blanca… la blanca Mérida! A diferencia de Monterrey, que visité hace unos meses, Mérida sigue siendo tranquila y segura. Obviamente ha crecido a lo largo y ancho del mapa, pero su gente sigue siendo amable, alegre y servicial.

No estuvimos muchos días, así que tuvimos que aprovecharlos al máximo para visitar los principales lugares de interés. Como traíamos coche y mapa, nos movimos sin problema por esa ciudad donde sus calles tienen números y aunque pareciera fácil orientarse, más de una vez nos perdimos entre pares y nones.

Visitamos el centro histórico más de una vez, paseamos en calesa (carreta jalada por caballo), probamos los sorbetes Colón y disfrutamos todos los antojitos yucatecos habidos y por haber: panuchos, salbutes, tamales, cochinita pibil, sopa de lima, etc. Llevamos a las niñas al Gran Museo Maya y al Parque Centenario. Visitamos centros comerciales y compramos hasta una hamaca que ahora disfrutamos en nuestro jardín.

Lo que más me gustó de Mérida fue su interés por la cultura, cosa que desgraciadamente no es fácil encontrar en Monterrey o en otras capitales del país. El primer día que llegamos al centro pedimos un mapa de la ciudad y nos informaron del programa cultural que se lleva a cabo DIARIAMENTE en las plazas del centro. Lunes: Vaquería, Martes: Remembranzas musicales, Miércoles: En Concierto, Jueves: Serenata Yucateca, Viernes: En el corazón de Mérida (de jueves a domingo), Sábado: Noche Mexicana y Domingo: Mérida en Domingo.

No pudimos asistir todos los días al programa cultural porque nos fuimos a la playa, pero el sábado y el domingo pudimos constatar que la gente ama su ciudad y participa de los programas culturales sin importar la edad, clase social o género. El domingo la gente puede rentar bicicletas (individuales o familiares) y recorren las calles principales de la ciudad en familia. En la noche mexicana, disfrutamos de ver cantantes y bailables folklóricos mientras cenábamos ricos tacos y tamales en una pequeña plaza.

Fue una experiencia inolvidable! Mi marido y mis hijas pudieron vivir de cerca mi México y no sólo conformarse con la parte turística de la Riviera Maya. México tiene mucho que ofrecer y definitivamente la blanca Mérida es un excelente anfitrión para mostrar ese México colorido, cultural y artístico.

Durante 4 días nos fuimos a Sisal, una pequeña playa al noroeste de Mérida donde disfrutamos de la paz y tranquilidad que bien nos hacía falta después de casi 3 semanas de turistear por la península de Yucatán. Comimos mariscos, dormimos en hamacas y disfrutamos el atardecer en la playa… como dicen los costarricences: la pura vida! De ahí manejamos a Celestún para ver los flamingos, pero tuvimos mala suerte y no vimos más de 5  😦 Al menos los habíamos visto en Xcaret y en el parque Centenario y más de cerca.

Y así cerramos nuestro magnífico viaje a México este 2013! Nos despedimos con tristeza de la familia, de la playa y del calor mexicano, pero confíamos en Dios en que pronto tengamos nuevamente la oportunidad de unas vacaciones como éstas. Fueron maravillosas, espectaculares e inolvidables!

Dos semanas en Playa del Carmen

Desde que decidimos visitar la península de Yucatán, supe que no nos hospedaríamos en Cancún. Mis recuerdos de ese lugar turístico eran vagos, y por comentarios de aquí y de allá, preferimos Playa del Carmen como punto central de nuestras vacaciones, y de donde viajaríamos en coche a las pirámides, parques temáticos y otros lugares de interés.

Nunca había estado en Playa del Carmen, pero ahora puedo decir que cumplió con mis expectativas y aunque es más grande de lo que pensaba, no tiene punto de comparación con Cancún. Ambos lugares son diferentes y ofrecen distintas cosas, en nuestro caso que buscábamos unas vacaciones familiares con niños pequeños, Playa del Carmen fue el lugar ideal.

Playa del Carmen queda a 60 kilómetros al sur de Cancún, y de acuerdo a Wikipedia tiene 150,000 habitantes. Como ya lo mencioné anteriormente, los primeros días nos quedamos en un hotel «all-inclusive», y las dos semanas siguientes en un apartamento en un barrio residencial al oeste de la ciudad. Al igual que Cancún, Playa del Camen tiene muchísimos hoteles, para todos los presupuestos y gustos.

Por la duración de nuestro viaje y limitado presupuesto, decidimos rentar un coche y vivir en un apartamento sencillo. Fue una excelente decisión, porque nos sentimos como en casa, sólo que a 10 minutos del Mar Caribe. Con el coche pudimos visitar plazas comerciales, restaurantes y lugares fuera de la llamada «5ta Avenida», que es el corazón de la ciudad.

Dicha avenida esta llena de restaurantes, tiendas y locales comerciales. Encuentras souvenirs de todo tipo, te hacen trencitas, escuchas música en vivo de los bares y restaurantes, y te topas con gente de todo el mundo hablando diferentes idiomas. Eso es lo más parecido a Cancún o mejor dicho, la parte turística de la ciudad. Pero caminando unas cuantas calles adentro, te encuentras papelerías, supermercados y mercerías como en cualquier ciudad mexicana.

Tuvimos suerte de estar en Playa del Carmen justo en las fechas de la feria del pueblo, y como buenos turistas mexicanos, nos fuimos a pasear una noche por ahí. Fue muy divertido! Nos subimos a la rueda de la fortuna, comimos chapulines, hotdogs, tamales y churros. Además conocimos las marquesitas, un postre tradicional de la ciudad. En el escenario provisional vimos bailes folclóricos de diferentes partes del país, incluído uno de Nuevo León que me aguó los ojitos. Además escuchamos mariachi y vimos bandas y grupos musicales de escuelas. Cabe aclarar, que aquí si que no vimos ningún turista extranjero, convivimos 100% con la gente local de la ciudad 🙂

Las playas en esta parte de la costa no son tan hermosas como las de Cancún, pero definitivamente son preciosas también. De la quinta avenida se llega a la playa en cuestión de minutos y la visitamos en varias ocasiones. Arena blanca, agua transparente azulada y pocas olas, simplemente espectacular.

Y gracias a una amiga que vive en Playa, pudimos conocer otra playa muy bonita con un restaurante de primera que se llama Paamul. Esta como a 15 minutos de Playa del Carmen, rumbo a Tulúm y tuvimos la fortuna de visitarla dos veces. Es un lugar para pasar todo el día, se come delicioso, cuenta con alberca y baños y la playa es divina.

Con pesar tuvimos que dejar este paraíso para continuar nuestro viaje a Mérida, donde tuvimos también buena suerte con el clima y donde conocimos muchos lugares lindos. Pero eso se los cuento en mi próxima entrada. Hasta entonces!

Cenotes sagrados

De acuerdo a Wikipedia, un cenote (del maya ts’ono’ot: caverna con agua) es una dolina inundada de origen kárstico que se encuentra en algunas cavernas profundas, como consecuencia de haberse derrumbado el techo de una o varias cuevas. Ahí se juntan las aguas subterráneas, formando un estanque más o menos profundo. Existen varios tipos de cenotes: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos o en gruta.

Siempre había oído hablar de ellos y leído acerca de historias relacionadas a estas creaciones de la naturaleza. Obviamente había escuchado de las doncellas sacrificadas en los cenotes y los muchos tesoros encontrados. Recientemente aprendí que no todas esas historias son ciertas, sino más bien cuentos o leyendas.

En nuestro reciente viaje a la península de Yucatán nos tocó conocer cuatro cenotes, dos abiertos, uno semiabierto y otro subterráneo. Cada experiencia es única y no me queda más que recomendar a aquellos que puedan, visitarlos y nadar en ellos.

A continuación les cuento mi encuentro de forma cronólogica con cada uno de estos pedazos de paraíso.

– Cenote del Hotel Sandos. El primer cenote que conocimos estaba en el hotel Sandos Caracol en Playa del Carmen, donde pernoctamos tres noches. No es muy grande y es abierto, aunque con mucha vegetación alrededor lo que hace pensar que es un poco cerrado. El primer día que lo conocimos, nos pusimos nuestros chalecos salvavidas, pero el agua estaba tan fría que a última hora me arrepentí y entregué el chaleco. Mis hijas, mi marido y mis papás si entraron y nadaron un rato. Tanto les gustó a mi hija menor y a mi marido que quisieron nadar al día siguiente otra vez. Nuevamente yo huí del agua fría 🙂

Cenote del Hotel Sandos

– Cenote Zací (significa gavilán blanco)- Este cenote es semiabierto y se encuentra en el centro de la ciudad de Valladolid. La entrada cuesta 20 pesos por adulto  y el acceso al cenote es por un túnel o gruta. Este cuerpo de agua tiene 45 metros de diámetro y una profundidad de 80 metros aproximadamente. Cerca de 40 metros de altura desde la boca al espejo de agua y en la entrada hay una escalera labrada en la roca con barandal que circunda al cenote. Se observan formaciones de estalactitas y estalagmitas que cuelgan del techo rocoso natural que cubre poco más de la tercera parte del cenote.
Llegamos a media tarde y un grupo de italianos que estaban dentro se fueron a los 15 minutos de haber llegado nosotros. Esta vez si me metí y disfruté de nadar entre peces de diferentes tamaños y colores. El agua es tan cristalina que te alcanzas a ver los pies sin problema. Aquí no contábamos con chalecos salvavidas, así que no nos retiramos mucho de las cuerdas que están dentro para no cansarnos de más.
El agua también estaba muy fría pero duramos un buen rato nadando solos en el cenote. Una experiencia maravillosa!

Cenote Zací

– Cenote Azul- Buscando en internet información sobre este cenote, me encontré mucho de otro llamado igual pero en el área de Bacalar. Este cenote azul no es tan grande ni tan popular queda en la carretera entre Playa del Carmen y Tulum y está pasando el cenote «cristalino» y el cenote «el edén». Es un cenote abierto, situado en la selva poco espesa con más aire libre y luz del sol, lo que hace que se desarrollen más algas, dándole diferentes tonalidades al agua.
La entrada cuesta 70 pesos a los adultos y la renta de los chalecos 30. Esta vez rentamos chalecos para las niñas para que nadaran con más libertad, cosa que también nos dejo mas tiempo de nadar a los adultos. A este cenote nos acompañaron mis papás y fue una experiencia inolvidable. También había peces de todos colores, tortugas y patos. Cuenta con algunas cuevas y al llegar no había nadie, por lo que lo disfrutamos un buen rato nosotros solitos.

Cenote Azul

– Cenote X’keken (significa cerdo)- Este cenote lo visitamos en nuestro último día de vacaciones, camino al aeropuerto ya que se encuentra en la carretera Mérida-Cancún, casi al llegar a Valladolid. Nos lo habían recomendado mucho y fue muy buena idea visitarlo. Es un cenote cerrado y se pueden observar formaciones de estalactitas, y sus aguas de color turquesa son iluminadas por la luz natural que entran a través de un hueco en la parte central de la bóveda.
Pagamos 120 pesos por los cuatro, no recuerdo el precio exacto por persona pero sí sé que los extranjeros pagan más que los mexicanos. Aquí si había muchísima gente y como traíamos nuestros documentos (pasaportes, boletos, etc) sólo se metieron las niñas y Tom, mientras que yo cuidaba nuestra mochila. Antes de irnos, metí un poco los pies mientras que admiraba la belleza del lugar.

Cenote X´keken

Cuatro cenotes muy distintos pero con un común denominador: naturaleza hermosa! Todos con aguas profundas y heladas, transparentes y llenas de peces. Todos dignos de visitarse una y otra vez! En Yucatán hay mas de 6000 cenotes así que definitivamente es algo que debe conocerse en esta parte del planeta. Nuestras experiencias fueron maravillosas y se quedarán grabadas en nuestros corazones por siempre!

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